“Se siente el sufrimiento, duelen las piedritas que se pegan en la espalda. Pero cuando llegás a la Difunta, sentís el alivio de haber cumplido, como cumplió ella”, contó Mario González, todavía agitado, después de subir de espaldas y en medio de la gente las escalinatas que llevan al oratorio. El hombre dijo que había hecho la promesa por su sobrino, de 3 años, que estuvo 2 meses y medio internado en terapia intensiva en Buenos Aires y logró recuperarse. “Ahora tiene que seguir con los controles y voy a volver a pedirle a la Difunta para que se mejore totalmente”, contó Mario.