San Martín terminó sumido en la impotencia. Víctima de sus propias limitaciones y de ese perfil irregular que le costó sufrir la enorme categoría de Vélez, San Martín tiene esa materia pendiente para resolver y en tiempo récord se podría decir. Es que ante el poderío del Fortín, no hizo todo mal pero tampoco hizo todo bien y esa doble faz le terminó costando demasiado caro. Alternó, peligrosamente, momentos de enorme lucidez futbolística con bajones de tremendas consecuencias. En el armado previo, se podría decir que los 5 cambios que decidió el técnico Garnero cumplieron porque entre Affranchino y Diego García se vio lo mejor de San Martín, mientras que Saavedra, Galarza y Penco cumplieron en los que les competía. El problema estuvo en las constantes variaciones en el juego que mostró el Verdinegro. Hubo momentos en los que tuvo y utilizó bien la pelota pero también -en la misma dosis- se entregó al pelotazo frontal y estéril, dividiendo la posesión de la pelota contra un equipo como Vélez al que no se le puede regalar nada. Se durmió cuando no debía dormirse y terminó con las manos vacías en una noche en la que necesitaba quedarse con algo. Esa doble cara de San Martín es la cruz que carga por estas horas. Su futuro es complejo pero hay materiales como para edificar la reconstrucción de la permanencia. Sólo depende de la constancia para generarlo.
