Cantando como en una tribuna de cancha y riendo, pero en una ordenada columna, los alumnos de la escuela Boero fueron los primeros en llegar al sector Sur de la Circunvalación, unos 10 minutos antes de las 10. En general, la marcha estudiantil para la concentración fue así de alegre para los chicos que caminaron tranquilos entre las calles. El problema fue la desconcentración, un tanto caótica ya que hubo un desbande masivo desde el anillo hacia las calles circundantes, por lo que los alumnos se mezclaron peligrosamente entre los autos. Sin embargo, pese al caos no hubo accidentes, según informó la Policía.

Precisamente, se armó ayer un gran operativo de seguridad para coordinar la ida y la vuelta de las escuelas al abrazo simbólico. Y la cantidad de policías por colegio fue directamente proporcional a la distancia del establecimiento con la Circunvalación. Por lo que hubo desde 3 hasta 10 efectivos por institución, cuya función además de custodiar la columna fue cortar el tránsito en los cruces de las calles.

La mayoría de los alumnos marcharon con estandartes y banderas, junto a sus profesores, para acoplarse luego a otras instituciones en la autopista 14. "¿Nos tenemos que abrazar entre nosotros? ¿Y después del Himno qué hay que hacer?", preguntó Lucas, de la Escuela de Enología, una duda que muchos alumnos y gente en general tuvo ayer.

Mientras esperaron por el Himno, algunos chicos se sentaron sobre el pavimento, un vendedor de copos de azúcar se hizo la América para el lado de la Matías Zavalla y otros compartieron la merienda, pero predominaron el respeto y el orden.

Sin embargo, según se presumía, lo problemático fue la desconcentración. Es más, los locutores pidieron tranquilidad y cuidado por los altoparlantes segundos antes de la despedida. Por disposición del Ministerio de Educación, todos los alumnos debían volver a las escuelas para hacer desde allí la desconcentración final, con la misma custodia policial.

Pero el regreso, a diferencia de la ida, no fue tan ordenado. Mientras los policías usaban sus silbatos llamando al orden y los profesores trataban de poner en fila a los chicos, la gente empezó a descolgarse de los sectores altos. Y ya cuando las columnas de alumnos se toparon con las filas de autos, apareció el temor. Los efectivos policiales se desarmaron en ademanes para detener el tránsito, mientras los chicos cruzaban entre los vehículos o en algunos casos caminaban a la par.

Pero pese a los bocinazos, a alguno que otro imprudente que atravesó su vehículo ante el paso de los alumnos y las ganas de los chicos de volver a sus casas, la fortuna estuvo del lado del Abrazo del Tricentenario y no hubo accidentes ni incidentes que lamentar, informaron desde Relaciones Policiales.