Un niño, con acento porteño, jugaba al solitario en una notebook. A pocos metros, la guerra de espuma entre dos grupos de chicos parecía no tener fin. Por el medio de la calle, otro grupo de niños avanzaba con sillas a cuestas y una bolsa con sánguches de pan casero y jugo en una botella plástica. Mientras que de fondo, se escuchaba la inconfundible voz de Pascual Recabarren recitando unos versos. Una postal extraña, o no tanto. Distantes en las actividades, pero todos con un objetivo compartido: ver los carruajes que llevaron meses de preparación.

Esto es lo que se pudo vivir la noche del viernes en Rodeo. Fue durante la segunda jornada de la Fiesta de la Semilla y la Manzana. El carrusel fue un éxito tanto por la cantidad de gente que lo vio, como por la creatividad a la hora de armar los carros.

Muchos turistas mezclados con lugareños y una admiración en común. Todos aplaudieron a cada uno de los carruajes que representaban poblados e instituciones iglesianas. Una manzana gigante, mujeres en vivo y en directo haciendo sopaipillas, racimos de uvas, inmensos caballos de papel. El ingenio prevaleció a la hora de armar el tema de cada uno de los carros.

Durante más de una hora, 15 carruajes recorrieron la calle Santo Domingo, que es por donde se realizó el carrusel. La gente no se cansó de admirar semejante producción. Los pobladores hicieron los carros a pulmón y el ganador se llevó 1.200 pesos. Así, después de una reñida votación, el premio fue para el que hicieron los jóvenes de la Villa Iglesia. La imponente manzana a cuestas de una hormiga impactó al jurado y se llevó el primer lugar. El carrusel se hizo después de un espectáculo folclórico en el que todos los cantantes fueron artistas locales.