‘No es lluvia, es el rocío de la madrugada’. Con esta frase, uno de los gauchos animó al resto de los jinetes cuando comenzaron a transitar la Senda del Peregrino bajo una tenue llovizna para completar la segunda jornada de la Cabalgata de la Fe. Pero, a los pocos minutos, empezó a lloviznar con mayor intensidad, condición que se mantuvo durante la mitad del recorrido. De todos modos el mal clima no detuvo la fe de los paisanos. Ninguno, ni siquiera los niños, abandonaron la travesía que este año celebró sus Bodas de Plata y con récord de participantes. Según los organizadores, 4.350 gauchos cabalgaron hasta Vallecito, 100 más que en la edición anterior.

Los gauchos con más experiencia en cabalgatas no tuvieron problemas para hacerle frente a la lluvia. En los morrales llevaron ponchos de nailon que se pusieron ni bien comenzaron a caer las primeras gotas.

En cambio los menos experimentados tuvieron que ingeniárselas para cubrirse. Algunos pidieron prestados sombreros a los gauchos que viajaban en carruajes con techo, mientras que otros utilizaron las bolsas en que llevaban víveres para colocarse sobre los hombros o la cabeza. Pero hubo quienes no tuvieron más opción que llamar por celular a un familiar para pedirle que los esperara en la Difunta con una muda de ropa.

La cabalgata avanzó más lento de lo acostumbrado por precaución. El pavimento estaba bastante mojado por la lluvia y los caballos podían resbalarse. Es por eso que algunos jinetes, prefirieron cabalgar por la orilla de la Senda del Peregrino, camino de tierra, para evitar caídas. Aunque esa alternativa también tuvo complicaciones.

Muchas personas se instalaron en esa zona para ver la cabalgata, obstruyendo el paso de los jinetes.

A las 14, media hora después de lo previsto, los gauchos llegaron a la Difunta sanos y salvos.