Una gorra negra lo acompañó durante toda la sesión de entrenamiento de su pupilo cubano. Miguel Díaz, porteño, del barrio de Saavedra, que hace 45 años está radicado en Las Vegas, se mostró complacido de estar en San Juan y conversó largo y tendido con los directivos del Club Mocoroa que lo recibieron en sus instalaciones.
“Nosotros venimos con la ilusión de dar un gran espectáculo, mi boxeador está preparado para ello y está en peso desde una semana antes a la pelea”, explicó.
Amable y atento, agradeció las atenciones y cuando el tiempo se lo permitía contaba a sus interlocutores experiencias vividas con diferentes boxeadores a los que atendió o dirigió en rings de todo el mundo.