Uno de los principales recuerdos que tienen los jachalleros de la estancia Tucunuco es que allí vivió don Federico Cantoni, quien por la década del ’40 comenzó a experimentar con la implantación de distintas especies de olivos traídas desde el Viejo Mundo.
Cansados de pelear contra la naturaleza esquiva, el lugar se fue despoblando de a poco, dejando como recuerdo una escuela, cementerio, estafeta postal y hasta una capilla, todo alrededor de una plaza con el busto del prócer Domingo Faustino Sarmiento.
Durante el gobierno de don Eloy Camus llegaron varias familias, pero fueron expulsadas por el gobierno militar sospechadas de tener vinculación con actividades terroristas.
Después, durante el segundo mandato de Jorge Escobar (95-99) hubo un intento por enajenarla, pero fracasó. Y en el 2000, el fallecido gobernador Alfredo Avelín entregó las tierras a productores de cebolla y ajo, pero tampoco prosperó.
