Bastó que la seño sacara potes con témpera, una pila de diarios y anunciara que iban a crear el disfraz que cada uno quisiera, para que todos los niños saltaran de su lugar. Así, el espacio se llenó de princesas, hadas, reyes, mariposas, caballeros, corredores de autos y hasta un Ben 10. Participando en distintos talleres artísticos (ver aparte), se divierten los niños de Pocito, en las vacaciones de invierno.
Era el horario de la siesta, pero ninguno de los niños de entre 3 y 6 años que jugaba en el Centro Cultural pocitano estaba dormido. Primero, los alrededor de 20 chicos formaron una ronda en la que se presentaron. Y después comenzaron a jugar.
La señorita sacó los diarios y les preguntó de qué querían disfrazarse. Tomó un cinta para pegar y todos comenzaron a crear sobre los tablones dispuestos para ellos. Después, aparecieron las espadas. Igual que las polleras plisadas, las coronas y las alas, en punta para las hadas y redondeadas para las mariposas.
Una vez que cada niño tuvo su disfraz se armó el desfile. Cada uno mostró su vestuario recorriendo el salón al ritmo de la música de Piñón Fijo. Pero, hasta ese momento, los trajes eran en blanco y negro. Por eso, todos tomaron un pincel y comenzaron a colorearlos. Tarea con la que también terminaron pintados de rojo, amarillo y azul los manteles, las manos y hasta algunas caritas.
El juego se prolongó durante 2 horas, cuando los más chiquitos tuvieron que volver a sus casas y empezaron a llegar los niños más grandes preparados con los lápices para aprender a dibujar.

