El último amistoso de cara a la preparación de la Copa América dejó muy poco para el análisis. Argentina repitió la idea táctica de jugar con la pelota a “la argentina´. Sin pelotazos, con cuidados. Pero cayó en la peligrosa faceta de no tener profundidad. Además, en los nombres, el amistoso sirvió para marcar las grandes diferencias. CARA: La versión argentina en Costa Rica apostó a tener mucho cuidado por la pelota, a no dividirla y a generar muchos circuitos con los encuentros Pastore-Banega, Pastore-Biglia, Pastore-Gaitán, Pastore-Sosa. Esa fue la más saludable visión que entregó el seleccionado ante Costa Rica. Un profundo e irrenunciable respeto por el trato de la pelota aunque haya carecido de profundidad. Ese fue el gran estandarte y la cara más rescatable de la excursión nacional por Costa Rica. Que jugó mejor o peor, es otra historia pero lo que se sabe es que Argentina, el Argentina de Batista jugará a esto: toque, rotación, precisión y velocidad. CECA: Argentina mostró tres versiones en los últimos 12 días y quedó claro: hay versiones A, B y C. En San Juan vimos la C, con jugadores del medio local que destrozaron a Venezuela. En Estados Unidos, se vio la versión A y no alcanzó para ganar con Messi y todas las estrellas. Contra Costa Rica, Argentina fue toquecito, prolijidad pero nada de profundidad. Hay que ser claros: en la Copa América, la versión A será mayoría. El resto, éstos bancos de pruebas dejaron poco para rescatar más allá de las proyecciones de Pastore, la recuperación de Banega y no mucho más. Batista tiene la palabra y el trabajo de sacar de esta cara opaca y sin demasiadas luces, algo que sume a un plantel que ya está cantado y que será el de la Copa América.