’Esta es la fiesta del Jesús cercano a sus hermanos, es el pan de la vida eterna, la vida que vale la pena vivir’, les dijo monseñor Alfonso Delgados a los fieles que se habían reunido frente a la Catedral para vivir el Corpus Christi, una de las celebraciones más importantes para la religión católica. De la misa y luego la procesión participaron unas 4.000 personas, una verdadera multitud que avanzó por las calles del centro extendiéndose en un cordón humano de dos cuadras, en lo que fue una fiesta de la Eucaristía.

Quedó chico el ancho de la calle Mitre, por lo que los peregrinos ocuparon la calzada y las dos veredas acompañando la custodia del Santísimo Sacramento. Salieron de la Catedral y llegaron hasta la parroquia de La Merced, en la que cerraron más de dos horas de intensa devoción.