San Juan históricamente proveyó al país de uvas y vinos comunes o básicos. Fue recién a principios de los ‘90, como resultado del proceso de reconversión vitivinícola encarado por Argentina para producir vinos a partir de variedades de alta calidad enológica que son demandados por los mercados externos que el panorama cambió. Se produjo así el reemplazo de buena parte de las variedades comunes de alto rendimiento por hectárea, situación que ha llevado a un descenso de la superficie de uvas rosadas de vinificar y también de algunas variedades blancas no muy destacadas por su aptitud enológica.

Después de ese proceso San Juan logró ser reconocida como una gran productora de vinos de alta gama, pero además se la reconoció por las variedades aptas para consumo en fresco y para pasas que han incrementado la superficie notablemente en la provincia.