“Nos enteramos de la enfermedad de Ismael porque lo llevamos a la fonoaudióloga pensando que tenía problemas de audición”, contó Sonia Castro (a la izquierda en la foto), mamá de un chico autista de 9 años. Fabiana Gómez, mamá de Gonzalo (10), también descubrió la enfermedad de su hijo del mismo modo.
Sonia detectó el problema cuando Ismael tenía 2 años. Ahora el chico va a una escuela común y se recupera día a día. Tanto Sonia como Fabiana no tienen más hijos porque dicen que un niño autista demanda mucho tiempo.
Para ellas el ritmo de vida cotidiano, tiene algunos puntos diferentes al de otras madres. Tienen que elegir lugares que sean pocos concurridos porque los chicos se alteran con la gente. “Hay que ver a dónde ir de vacaciones, o a qué hora hacer las compras”, dijo Sonia.
Desde que les detectaron el autismo a sus hijos, no bajan los brazos. Van del neurólogo al psicólogo y no se cansan de estimularlos. Además, forman parte de una asociación de padres de niños autistas.