Uno de sus mundos. Los libros fueron una parte muy importante de la vida de Edgardo Mendoza, escritor y licenciado en Historia. Su capacidad para sociabilizar ante el auditorio que sea, fue uno de sus atributos para incursionar en el mundo de los medios de comunicación.

El inconfundible bigote fue una de sus marcas registradas. Otra, también muy cerca de la primera, era una sonrisa que prácticamente nunca desaparecía en el ámbito público. Una extensa lucha contra el cáncer concluyó en la madrugada de ayer y Edgardo Mendoza (66 años), el licenciado en Historia ya no explicará un tema de trascendencia internacional por algún medio de comunicación, como por ejemplo DIARIO DE CUYO, con su recordada columna "Periscopio".

Ayer por la tarde sus restos fueron sepultados en el cementerio de Parque Alborada.

Nació el 24 de junio de 1953 y la elección de estudiar historia surgió porque se dio cuenta que no se sentía cómodo en el bachillerato con orientación físico matemática. Partió a estudiar a Córdoba en 1971 y ya lucía su característico mostacho. "Entré al quinto año de la Normal Sarmiento con una pelusita insignificante. Era la época de la dictadura de Onganía y la directora de la escuela me obligó a afeitarme. Pero el día que me recibí, en rebeldía por aquella situación y en contra de Onganía, me dejé crecer el bigote", recordó en una entrevista que concedió a DIARIO DE CUYO en 2013 luego de ser reconocido ciudadano ilustre por al Cámara de Diputados.

Cuando cursaba el último año de la carrera en Córdoba, el golpe militar de 1976 lo llevó a buscar exilio en Europa, porque era uno de los tantos estudiantes universitarios que profesaban ideas de la izquierda política.

Como no sabía hablar francés, no tenía los mejores recuerdos de sus primeros días en la capital de Francia. Trabajos en la construcción y de limpieza lo ayudaron a sobrevivir, hasta que su espíritu inquieto y sociable lo llevó a otros niveles.

No sólo que aprendió el idioma, sino que pudo completar sus estudios en la Universidad de París, donde también realizó una Maestría. Paralelamente fue tomando otros trabajos y hubo uno muy particular: fue portero de un exclusivo club de tenis, al que asistían las mejores figuras de ese deporte para entrenar en función de los Roland Garros. Edgardo podía contar suculentas anécdotas con McEnroe, Borg o Chris Evert.

Las luces de la ciudad más famosa del mundo no encandilaron su regreso a San Juan. Fue en 1984, con los primeros pasos de la democracia de Alfonsín, y comenzó su carrera de docente en la UNSJ.

En el primer año, una alumna llamó su atención tanto por su inteligencia como por sus rasgos físicos. "Esperé a que rindiera", siempre aclaraba, para contar que se animó a pedirle una cita a Miriam Chacón, su compañera durante el resto de su vida y la madre de sus dos hijos.

También en 1984 sucedió la primera vez de Mendoza hablando de un acontecimiento de impacto mundial, a pedido de un medio de comunicación. El escenario que quedaba tras la muerte de Indira Ghandi fue el análisis que realizó Mendoza en Radio Nacional. Su capacidad para complejas situaciones en frases sencillas fue el impulsor para que se convirtiera en la envidia de cualquier periodista, ya que fue columnista de radio, televisión y prensa. En DIARIO DE CUYO colaboró en distintos periodos. Uno que dejó una huella especial fue promediando la primera década del nuevo milenio. La columna se publicaba los domingos, se llamaba "Periscopio" y Mendoza desarrolló un estilo que encontró rápido eco en los lectores.

Realizó el Cruce de los Andes y la vida del general José de San Martín pasó a ocupar un lugar de privilegio en su vida de investigador. Su sexto y penúltimo libro describe cómo fue el Cruce que realizó el Libertador.

En 2002 comenzó su lucha contra un cáncer de tiroides. Cinco años después descubrieron metástasis en el hueso de una pierna. "Cáncer es una palabra muy dura, pero no hay que tenerle miedo. Así como aprendí a hablar francés en mi exilio, hoy mi desafío es aprender a usar las muletas", señalaba una persona que nunca perdió su sonrisa y su inquietud por el conocimiento.

Un hombre, mil historias

Dos recuerdos únicos

Edgardo Mendoza atesoraba el primer día que dio clases en la UNSJ, porque ahí conoció a su futura esposa y, cuando comenzó a trabajar con Claudio Monachessi, coronel del ejército en Córdoba, en lo que terminó siendo el libro que reproduce el cruce de los Andes del general San Martín.

Reconocimiento

Entre los reconocimientos a la trayectoria de Mendoza, el del gobernador Uñac se manifestó por las redes sociales: "Con profunda tristeza, despedimos al profesor Edgardo Mendoza, un gran hombre y referente para la cultura, la educación, el periodismo y la investigación".

Personajes admirados

De los diferentes protagonistas de la historia, Mendoza afirmaba que sus favoritos eran aquellos que entregaban todo por sus convicciones políticas, pero nunca salían del campo de la democracia. Así, mencionaba a Garibadi, Belgrano, San Martín y al sanjuanino Ignacio de la Roza.