Apenas nos enteramos en el Goethe-Institut de San Juan -representación cultural alemana oficial, bajo mi dirección entre 1968 hasta 1994- de la caída del Muro de Berlín, nos reunimos con todo el personal en la Sala Goethe, brindamos con champán y cantamos, tomados de la mano, el Himno Nacional Alemán. Fue algo inaudito, pues nunca, hasta entonces lo habíamos hecho.

El himno es algo casi sagrado para los alemanes. No se canta en cualquier oportunidad. Pero ésta lo valía.

El himno alemán se basa en la melodía del compositor austríaco Joseph Haydn, quien compuso entre sus últiples obras el llamado “Kaiserquartett” ó Cuarteto del Emperador (Hob. III: 77) con un movimiento de variaciones del Himno al Emperador (austríaco-alemán), creado en 1797. Su texto de tres estrofas es un poema del poeta alemán Hoffmann von Fallersleben, compuesto en 1841 en la isla alemana de Helgoland en el Mar del Norte. Este Himno al Emperador se cantaba con el texto “Dios conserve a Franz (Francisco), el Emperador”.

En 1922, se declaró que el Himno Alemán sería el del texto original de von Fallersleben. Durante el Tercer Reich (gobierno del dictador Adolf Hitler) se cantaba en cualquier ocasión posible, sobre todo su primera estrofa (“Alemania, Alemania por sobre todos”) como expresión de la doctrina del Nacionalsocialismo. Perdida la II Guerra Mundial (1939-1945) se dejó de cantar.

En la parte libre de Alemania, la República Federal de Alemania (fundada en 1949), se instituyó como Himno Nacional Alemán -recién en 1952- solamente la tercera estrofa de la poesía original que reza en castellano: “Unidad y Justicia y Libertad/ para la Patria alemana/ aspiremos todos juntos/ como Hermanos, con corazón y mano/ Unidad y Justicia y Libertad/ son la base de la felicidad/ florece al brillo de esta felicidad/ ¡Florece, Patria Alemana!”.

Así cantamos conmovidos aquel 9 de noviembre de 1989. Lloramos todos juntos de alegría, por volver a tener la posibilidad de la pronta unión de la República Federal de Alemania con la otra parte de Alemania que había permanecido bajo el dominio de la Unión Soviética y el comunismo desde 1945, contra todos los convenios de las potencias vencedoras (Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos y la misma Unión Soviética).

Una de las consecuencias directas de la caída del Muro fue que a los años en 1994 (un 31 de julio) fue cerrado el Goethe Institute de San Juan y de otros puntos del planeta, dados los intereses geopolíticos cambiados de Alemania y de toda la Unión Europea después del ocaso del Imperio Comunista de la Unión Soviética. Muchos de los cargos oficiales existentes en varias representaciones diplomáticas alemanas como de los institutos fueron trasladados a las ex-Repúblicas soviéticas, que hasta entonces no habían conocido la libertad de información. Por suerte, en San Juan, muchos ex becarios fundaron la Asociación Sanjuanina de Intercambio Cultural Argentino-Alemán ASICARA, y así se mantuvo vivo el espíritu.

Por Lic. Ursula Bremer de Ossa