Ni bien lo nombraron por los altoparlantes, las miles de personas que estaban frente a la parroquia de Caucete estallaron en un aplauso uniforme. Entonces apareció en escena Roberto Correa, más conocido como el Bailarín de la Vida. Ataviado con un típico traje gaucho oscuro, este hombre, que batió varios récords de horas seguidas bailando, atravesó el escenario y recibió un papel de manos del intendente Juan Elizondo. Era la ordenanza municipal que lo declara Ciudadano Ilustre del departamento. Sucedió la noche del domingo pasado, en el marco de los festejos de las patronales en honor a Cristo Rey. Correa tiene 62 años, está afectado por el Mal de Parkinson y está a cargo de una academia de danzas folclóricas.