Ramón Molina / El mandamás
Don Ramón Molina lleva 80 años viviendo en Punta del Agua. Es uno de los más antiguos descendientes huarpe y aún añora esa épocas en que la laguna estaba llena de agua y se podía vivir de la pesca de pejerreyes, la cría de cabras y la caza de una gran cantidad de pájaros.
Sus manos arrugadas son producto de toda una vida trajinada en el campo. La sequía que se apropió de esa zona fue la que lo dejó sin vista, según él mismo cuenta. “Cuando todo se fue secando tuvimos que salir a caminar como locos, buscando leña o algo de qué vivir. Aquí el sol no pega, cala hasta los huesos y ese reflejo en los médanos blancos y secos me destrozó la vista. Me operaron hace unos 30 años, pero nunca quedé bien”, comentó el hombre que aún hoy recorre los campos, guiado por su instinto, su pies (sólo recubiertos con las alpargatas) y la ayuda del bastón.