¿Qué implica un día como hoy? Muchos lo consideran como un día comercial, otros…un día para festejarlo junto al ser amado… ¿Pero qué es lo que realmente importa? El hecho de poder compartirlo con alguien o simplemente disfrutar qué, de todo lo que nos rodea, también fluye ese sentimiento, llamado amor…

Según el psicoanalista Gabriel Rolón, hay tres momentos en el desarrollo de un amor maduro: enamoramiento, desilusión y aceptación de la realidad.

En el primer momento, el amado es alguien maravilloso, no tiene defectos, nadie es mejor que él, esta terriblemente idealizado, casi endiosado. El amado se ve engrandecido y en cambio uno se va empequeñeciendo, hasta el punto tal de no entender como alguien tan perfecto se ha fijado en uno.

En el segundo momento comenzamos a percibir algunas imperfecciones en la persona amada. Vemos que ante determinadas situaciones su carácter no es el mejor, que en algunas cosas se equivoca, y esos rasgos, que ya estaban pero que el enamoramiento nos impedía percibir, nos producen pena y desilusión y así como en el primer momento ya queríamos casarnos y estar juntos para toda la vida, en este segundo momento es probable que queramos que se vaya para siempre.

El amor sería un tercer momento en el cual vemos al otro como es. Ni tan idealizado, ni tan degradado. No es ni dios ni el demonio. Disfrutamos de sus virtudes y aceptamos sus faltas. Y a pesar de ellas lo aceptamos y podemos ser felices a su lado. Recién ahí podemos hablar de un amor maduro con posibilidades de proyectarse en el tiempo de una manera sana.

Según Erich Fromm en El Arte de Amar escribe sencilla y magistralmente que Amar es un arte que requiere paciencia, cuidado, disciplina, responsabilidad y concentración.  El Amor es honestidad, silencio, conocimiento, respeto, libertad, confianza y entrega, en primer lugar en relación a uno mismo y luego con el otro. Es decir que una vez, que podamos aceptarnos y amarnos tal como somos, estaremos en condiciones de poder amar al otro.  Entonces, Amar es un arte, una práctica, una disposición. No se trata de “encontrar el Amor”, como muchos creen, sino de aprender a Amar.

Se dice: “No me quieras tanto, quiéreme mejor”, y en verdad sería bueno convertirnos en comprometidos aprendices del Amor en vez de quejarnos, reprochar, reclamar, coaccionar, celar. Amar implica respetar los propios ritmos, sentimientos, necesidades… y también los del otro. Sentirse libre y a la vez comprometido.


Soltar apegos. Ser valiente para decir lo que a uno no le gusta o no le va bien, valiente para decir sí a la vida, sí al otro y al proyecto en común. Amar es decir “lo siento”, tener el coraje de decir “me he equivocado”, perdonarse y perdonar. Ser generosos, compartir y participar. Colaborar en vez de competir. Apreciar en lugar de comparar. Respetarse y respetar.


Amar es estar presente, tener tiempo y disponibilidad para el otro, cuidarle. Ver su esencia, y también sus mecanismos defensivos con paciencia, tolerancia, aceptación y comprensión. “La verdadera meta de la existencia, no consiste en Amar, tampoco consiste en dejarse Amar. Consiste simple y llanamente en convertirse en Amor.”

Colaboración: Lic. López Paola Natalia /  Psicopedagoga 3774632676