Miguel Martínez  fue el árbitro del partido en Cochagual. Siempre se lo vio decidido a colaborar con todo. Inclusive con muy buena onda para dirigir. No sólo cobró penales “dudosos”, que al final terminaron por deleitar a la gente, sino que hasta se “metió” en algunas jugadas, tocando el balón del equipo rival de los “Palermos”. “Fue un placer colaborar con esta Cruzada y más todavía que esté Palermo”, dijo.