Colita luchó por su vida hasta donde pudo. Pero ni el veterinario pudo salvarla. Agonizó un par de días y murió. Fue una víctima más del veneno en un barrio, el Enoé Bravo, en Santa Lucía, donde los vecinos ya no saber qué hacer. Ahora denunciaron que el fin de semana pasado fallecieron 3 perros envenenados más, que se sumaron a los 16 que aparecieron sin vida a mediados del mes de mayo. Es más, los vecinos dicen que desde diciembre pasado, cuando comenzó la matanza de perros, ya van unos 40 animales que murieron envenenados.
Los padres se muestran preocupados por los chicos, ya que temen que se intoxiquen al tener contacto con algún perro envenenado, o con el veneno mismo.
El fin de semana pasado, durante un acto municipal en el barrio, unos perros comenzaron con problemas y fue Colita la que quedó tirada a la vuelta de un kiosco. Fue tal la conmoción, que el intendente Aníbal Fuentes dejó el acto e hizo llevar a Colita a un veterinario, pero no pudo sobrevivir. Luego, Bomberos Voluntarios de Santa Lucía llegó al lugar para tirar agua y limpiar la plaza. "Al otro perro que se fue agonizando lo intentaron salvar unos vecinos del otro lado del barrio, pero se murió luego. Y el domingo apareció otro animalito muerto. En menos de dos semanas mataron 19 perros’, contó Flavia Bruno. Los vecinos afirmaron que estos se suman a la veintena de perros que murieron de la misma manera desde diciembre pasado.
"No sabemos quién los mata. Los vecinos tenemos dos sospechas. O es gente mayor, que no quiere más perros en el barrio, o son ladrones que quieren matarlos, porque acá son muy cuidadosos los perros, como era Colita", contó Mary Peralta.
Según los vecinos, los perros envenenados tuvieron contacto con una especie de gel y luego, al lamerse las patas, ingirieron el veneno. De acuerdo al veterinario Oscar Iragola, los órganos fosforados (como los plaguicidas) suelen ser mezclados con un incipiente, que puede ser un gel, y se forma una sustancia pastosa. "Si el animal lo toca, se siente luego incómodo, pegajoso, y al lamerse se come el veneno. Rápidamente sienten ardor en el estómago, defecan, vomitan y como se altera el sistema nervioso, no pueden controlar los movimientos musculares, por lo que terminan muriendo por parálisis respiratoria", indicó Iragola.
Melisa Barrientos ayer sacó a pasear a Dalí por primera vez en varias semanas, controlando cada movimiento de su mascota. "Con el tema de la matanza tenemos mucho cuidado y miedo. Tengo una vecina que todavía sigue muy mal por la muerte de su perrito. Es muy cruel lo que hacen", dijo la chica.