Departamentos construidos a medias, residuos, escombros y mucha desolación fue la imagen que los sanjuaninos se acostumbraron a ver en el barrio Gran Libertador, un complejo habitacional de 141 departamentos ubicado en Rivadavia que comenzó a diseñar la Cooperativa de Vivienda y Consumo San Juan Ltda sobre Avenida Libertador y Meglioli en 1994. La historia es conocida, la empresa quebró y las obras se paralizaron totalmente en 1996 y desde entonces, los adjudicatarios llevan adelante una gran tarea para retomar la edificación. Veinticinco años después, la imagen es totalmente diferente, ya que en noviembre de 2019, el Instituto Provincial de la Vivienda reactivó la construcción del complejo con la clara intención de finalizarlo. 


Si bien es cierto que los plazos se modificaron por la pandemia del coronavirus, fuentes del IPV aseguraron que la entrega está prevista para fines de 2021. Así, la gestión uñaquista desempolvó un viejo proyecto habitacional privado-estatal que por diferentes circunstancias quedó abandonado en una zona estratégica, de gran valor inmobiliario. 

68  metros cuadrados cubiertos tiene cada departamento, más 5 m2 de balcón. Tiene 3 dormitorios, baño, cocina comedor, lavadero interior y cochera. La obra está al 80%.

Cabe destacar que cuando el Gobierno licitó la terminación del barrio (junio de 2019), estimó en 540 días el tiempo de finalización y un total de $391 millones de inversión, pero la pandemia jugó en contra y los plazos lógicamente terminaron extendiéndose.


Según fuentes técnicas de la cartera de Infraestructura, las obras tienen dos ejes principales: en el caso de los departamentos que quedaron casi listos, por los daños que se produjeron, la exposición a la intemperie y demás, decidieron reemplazar la carpintería, instalaciones de servicios y cambio de cerámicos, entre otros detalles. 


El otro caso, implicó construir casi de cero las viviendas olvidadas, respetando las dimensiones originales y prestando especial atención en espacios comunes del terreno.


El barrio contará con 141 unidades habitacionales distribuidas en 16 bloques de departamentos en planta baja, primer y segundo piso, terraza accesible y escalera de acceso exterior a cada departamento. A su vez contarán con una cochera para cada vivienda ubicada en las áreas comunes del complejo.

  • Adjudicatarios, sorteo e historia

Desde el Instituto Provincial de la Vivienda indicaron que de los 141 departamentos próximos a finalizar su construcción, 120 serán asignados a los adjudicatarios históricos del listado que integra la actual cooperativa. Los 21 departamentos restantes serán sorteados. Cabe destacar que existen personas adjudicatarias desde 1993, cuando la Cooperativa de Vivienda y Consumo San Juan Ltda diseñara el barrio en conjunto con el IPV. Se comenzó a construir en 1994 y el valor inicial de los departamentos era de 32.800 pesos-dólares (tiempos de convertibilidad cambiaria), de los cuales el adjudicatario pagaba primero $16.500 a la cooperativa, con una entrega inicial de 300 pesos y 48 cuotas de 200 pesos, sumado a un pago extraordinario -una especie de cuota aguinaldo- en diciembre de 1.650 pesos. A eso se le sumaban 15 pesos, justificados dentro de lo que llamaron "cuota societaria". El resto del dinero, 16.300 pesos, debía financiarlo el IPV. Como se mencionó anteriormente, en 1996 las obras quedaron totalmente paralizadas luego de que la Cooperativa entrara en proceso de quiebra.

  • Una lucha de 3 generaciones

 

Expectativa. Tanto Analía (izquierda) como Rosana ingresaron a la Cooperativa de Adjudicatarios por herencia de sus respectivos padres. 

El barrio Gran Libertador tiene una enorme cantidad de historias de lucha, insistencia y arduo trabajo de parte de los adjudicatarios para poder materializar el sueño de la casa propia. Rosana Oro y Analía Díaz son dos mujeres que trabajan desde hace años en la Cooperativa de Adjudicatarios que se formó luego de que la empresa que inició la construcción quebrara y suspendiera definitivamente las tareas en 1996. 


"Cuando yo era chica siempre pasaba con mi mamá por la puerta del barrio y ella me decía acá vamos a vivir. Yo tenía la edad que ahora tiene mi hija y continué la lucha que me legó mi vieja", comentó Analía Díaz. Y agregó: "Ella por cuestiones de la vida consiguió casa por otro lado, porque pasaron 25 años de espera. Ahora mi hija es la que me acompaña a las reuniones de la cooperativa y su sueño es tener su propia habitación, su propio espacio para poder tener un lugar de pertenencia de forma definitiva". 

  • "Mi hija me acompaña a las reuniones a las que iba con mi mamá luego de que se suspendieran las obras y se formara esta cooperativa en 1994". (Analía Díaz)
  • "La felicidad de mi mamá luego de 25 años es enorme, apenas se pueda nos vamos a venir a vivir aquí con mi familia porque es un punto hermoso". (Rosana Oro)

La historia de Rosana Oro involucra a su padre, quien falleció hace 9 años sin tener novedad alguna de aquel departamento que comenzó a pagar en 1993. "Siempre cuento que mis padres tenían la idea que yo saliera a mi fiesta de 15 desde este departamento. Hoy tengo 40 años y recién se está terminando. Mucha gente nos dio una mano muy grande para poner todos los papeles en regla y ordenar todo en relación al barrio", comentó Rosana. Y concluyó: "Mi objetivo principal es darle un lugar propio para vivir a nuestro hijo de 5 años. La espera ha sido muy larga y me moviliza muchas cosas, pero dejar de alquilar en un contexto económico tan difícil como el que vivimos ahora va a ser una bendición para nosotros y estamos muy contentos".