El color es una cualidad especial que distingue el estilo. Puede estar presente en los muros o teñir espacios completos, donde se suman los colores de las plantas, de los objetos y de los solados. Si la naturaleza hace su intervención, se introducen cambios constantes, a través de los diferentes tonos de follajes y de las floraciones en las cuatro estaciones. Los colores son expresivos en sí y producen ciertas sensaciones: los vibrantes transmiten alegría, energía y personalidad. Los pasteles, luminosidad, frescura y amplitud. Los neutros, tranquilidad y seguridad. Por su parte las rugosidades de las hojas generan movimientos, luces y sombras que dan carácter escénico al lugar, mientras que las superficies completamente lisas dan efecto de liviandad y pureza. La intención que se le quiera dar al espacio estará definida entonces por el color, las combinaciones de las plantas y de las texturas. Además el tiempo, también aporta lo suyo, los modifica aplacando brillos y destiñendo superficies.