‘Hacemos lo que hacíamos con María José y lo que a ella le hubiera gustado continuar haciendo: seguir a la Sole por todos lados. Cuando bailamos, sentimos que bailamos con nuestra hija’, cuenta Olga de Merino, esposa de Eduardo. El matrimonio fue invitado por Soledad Pastorutti a bailar en el escenario de Pocito, en la fiesta patronal de Santa Bárbara, y luego intercambiaron ponchos. Ahí, ante unas 20.000 personas, se conoció la conmovedora historia de los Merino, que tienen un estrecho vínculo con la cantante.

La relación nació en 1997, cuando María José fundó el Fans Club Sol Criollo. Desde entonces, la sanjuanina siguió a la folclorista por todo el país, al punto que fue considerada por la Sole como su fan número 1. Pero la vida de María José se apagó en noviembre de 2004, a los 20 años y por un tumor impiadoso al que le dio batalla durante tres años.

Desde entonces, como un homenaje y una forma de mantener vivo el recuerdo de su hija, Eduardo (63) y Olga (58) recorren la Argentina bailando folclore en peñas y siguiendo a Soledad. ‘En febrero de este año estábamos en un festival de Piamonte, en Santa Fe, y la Sole nos sorprendió invitándonos a bailar al escenario. Cuando ella se enteró que iba a tocar en Pocito, nos llamó para decirnos que si habíamos bailado en su provincia, acá no le podíamos fallar. Es más, el domingo como a las 6 de la tarde nos preguntó por teléfono qué zamba queríamos’, contó Eduardo, visitador médico y vecino del barrio Aramburu. Ahí nació también la idea de intercambiar ponchos. ‘Yo le dije a la Sole que le iba a regalar un poncho sanjuanino, pero me frenó en seco y me dijo que no teníamos poncho. Le expliqué que hasta existe una ley que dice cómo tiene que ser nuestro poncho. Entonces me dijo que si yo le daba el mío, ella me regalaba el suyo. Y así fue’, agregó.

FAN NÚMERO 1

El fanatismo de María José por Soledad era tal, que incluso llevó un retoño de la higuera de Sarmiento a la escuela donde estudiaba la cantante en Arequito. Soledad quería tanto a la sanjuanina, que la buscaba por el hospital de Buenos Aires donde se trataba y lloró de tal manera cuando los Merino aparecieron sin su hija en un programa de televisión (Habitación 414), que tuvieron que detener la grabación.

‘Desde hace 7 años tenemos dos ángeles de la guarda: la Jose en el cielo y la Sole en la tierra’, confesó Olga.

EL BAILE

‘Mi hija siempre bailaba con su papá. Pero al tiempo que se fue, caí en la cuenta que Eduardo nunca más bailó, en ningún lugar.

Entonces le dije que quería aprender y que quería que él me enseñara. No sé si lo hacemos bien o mal, pero bailamos con un gran sentimiento y eso la Sole nos lo hizo notar’, apuntó Olga.

En tanto, en la habitación de María José hay cuatro ponchos, uno que hizo pollera para ir a los boliches, uno de Eduardo, otro que tiene el autógrafo de la Sole y desde el domingo a la madrugada, sobre la cama, el que Soledad les regaló en Pocito.