El 36,5% de los lectores que participaron en una encuesta de nuestra edición digital señalaron que los padres son los responsables de controlar el consumo de alcohol de sus hijos en los viajes de egresados. La consulta se dio luego que Gendarmería secuestrara una importante cantidad de bebidas alcohólicas a un contingente de estudiantes sanjuaninos en La Rioja y de las acusaciones cruzadas entre padres, empresas de turismo y personal policial.
Es urgente y necesario que los adultos nos hagamos cargo de nuestra responsabilidad. Hay que revertir esa situación, que dejó de ser circunstancial y amenaza convertirse en crónica. Se deben intensificar las campañas de prevención e información sobre el abuso del alcohol y sus gravísimas consecuencias, tarea que no sólo depende de los organismos de control, sino que es fundamental que se involucren en ella el Estado, la comunidad, la escuela y, esencialmente, la familia, ya que es un problema que afecta a todos.
También deberá ser revertida la permisividad social que existe en torno del consumo de alcohol y en ello la familia tiene un rol primordial. Los jóvenes necesitan que les definan cuáles conductas son apropiadas y cuáles no y que les pongan claros límites a lo que no está permitido. Asimismo, sería importante que los padres señalasen los motivos por los cuales sus hijos deben entender el porqué de esas normas y la necesidad de acatarlas. Y los jóvenes entender que las normas familiares y su aplicación son una expresión de atención y cuidado por ellos; en definitiva, que se trata de demostraciones de afecto.
Las obligaciones de la familia y su refuerzo expresado en premios y castigos son, en definitiva, parte vital del sensato control que los padres deben tener sobre la conducta de los hijos. Alcanzar ese punto significará, probablemente, haber vencido a esta plaga que hoy nos ha invadido y pone en peligro a nuestra juventud. Desde luego, el abuso del alcohol está asociado a la falta de proyectos colectivos en un contexto de ausencia de valores integrales y fragmentación social.
La familia y el sistema educativo tienen que cumplir debidamente la misión que les está reservada: recuperar los valores que hoy están olvidados o injustificadamente devaluados. Porque buena parte de los problemas que ha padecido la Argentina obedece a esa crisis de valores.
