"Hola, sí, ¿usted llama de DIARIO DE CUYO? Me dijeron que me iba a llamar. Espere que me acomode", dice el arqueólogo Juan Santiago Schobinger al levantar el teléfono.
Pasan unos segundos en los que se escucha el ruido que hace mientras se sienta en un sillón antes de volver a tomar el tubo. Es profesor en arqueología y realizó gran cantidad de expediciones y estudios sobre la vida indígena. Incluso formó parte del rescate de la Momia del Cerro El Toro, que revolucionó el estudio de la cultura incaica. A sus 81 años, este hombre que vivió para estudiar el pasado recibirá un homenaje especial, ya que en Mendoza le dedicarán las IV Jornadas Arqueológicas Cuyanas (ver aparte).
La voz fuerte no denota sus largos años colmados de historia. Tampoco la forma en que se expresa, de modo firme y sin titubeos. Ni el modo en que recuerda a la perfección cada detalle de sus trabajos, con una memoria envidiable. Mientras habla, demuestra la modestia que sólo los grandes pueden tener. "Bueno, yo ya tengo mi edad y el hecho de que me hagan un homenaje es una especie de capricho de mis colegas", dice con respecto a las jornadas.
Roberto Bárcena, coordinador de las jornadas, define a Schobinger como "un pionero en la antropología regional y en la especialización del arte rupestre". Y cuenta que Schobinger fue profesor de la Universidad Nacional de Cuyo, en Mendoza, desde mediados de los ’50. Y que, desde que se jubiló, es Profesor Emérito de esa casa de estudios.
Pero Schobinger no nació allí. Fue su devoción por la arqueología la que lo llevó a elegir el lugar en el que pasó gran parte de su vida. "Nací en Suiza, pero a los tres años llegamos con mis padres a la Argentina. Vivimos en Rosario, Santa Fe", recuerda. En 1956 decidió mudarse a Mendoza, porque ganó el concurso para la cátedra de Arqueología de la UNC. "Me considero argentino. Y también mendocino, y más que eso, cuyano, por adopción", destaca.
A pesar de su amor por el estudio de la prehistoria, Schobinger tuvo que dejar de lado ahora la exploración y las nuevas investigaciones. El motivo es el tratamiento que tiene que realizar porque padece cáncer.
Sus trabajos en San Juan comenzaron cuando llegó a la región y descubrió que en la zona cordillerana, la vida de las culturas indígenas estaba expresada a través de sus grabados en las piedras. En esta provincia encontró petroglifos en Los Colorados y en las Piedras Pintadas de Barreal, entre otras zonas.
Hasta que en 1964 encabezó la expedición de rescate de la Momia del Cerro El Toro, que fue financiada por DIARIO DE CUYO. Rescate del que, como buen profesor, habla sin dejar lugar a preguntas y destacando cada detalle. "Fue un hallazgo importante porque fue el segundo de los hallazgos denominados de altura. El primero se había realizado en Chile", dice. Y recuerda que si bien el rescate fue difícil, porque la momia se encontraba a 6.130 metros de altura, lo que más le preocupaba al grupo no era la puna sino la responsabilidad de estudiar el sitio y de bajar correctamente para que la momia llegara en buenas condiciones. El equipo trabajó arduamente sacando fotos y explorando. Y Schobinger fue quien realizó las excavaciones en las que encontraron vestigios de la cultura inca.
"Lo importante es que la momia conserva aún su valor documental y que está bien conservada en el Museo de Arqueología de San Juan, que se fundó por una recomendación mía", plantea el hombre. Y recuerda también su participación como coordinador del rescate de la Momia del Aconcagua, encontrada en Mendoza unos años después.
Recién antes de colgar el teléfono aclara que "aunque yo no pedí el reconocimiento, me produce una satisfacción muy grande el homenaje, porque va a haber colegas que en realidad son amigos. Es interesante ver que la semilla que uno dejó como profesor dio frutos y que la tarea va a continuar con gente joven y trabajadora".