Su historia conmueve, su fuerza de voluntad es admirable y sirve para graficar su capacidad de resiliencia y sus ganas de vivir. Se llama María Agustina Silva, es una joven sanjuanina que a sus 30 años pasó por todas. Hace unos días recibió el alta después de estar en coma durante diez días, luchando entre la vida y la muerte tras sufrir una arritmia cardiaca con una falla multiorgánica. Pero el destino quiso que Agus continúe dando lucha a la enfermedad que padece y que requiere con urgencia de un trasplante de riñón.
La glomerulonefritis que la chica padece desde el 2017, es una inflamación de los filtros pequeños de los riñones (glomérulos) y fue agravándose con el paso del tiempo, tanto que está inscripta en lista de espera en el Incucai desde hace cuatro años pero sin éxito. Mientras tanto, hasta que eso suceda, tiene que someterse a diálisis que la dejan exhausta, pues su cuerpo ya casi no las soporta. Hace unas semanas que su estado empeoró, padeció hepatitis medicamentosa causada por tener que tomar más de 20 pastillas por día. "Me sacaron toda la medicación y comencé diálisis de lunes a sábado durante dos semanas, ya que tenía bastante líquido y debían sacarlo. Cuando volví a hemodiálisis ingresé con 60 kilos y debía bajar a 48, asi que comenzaron a sacarme líquido con la hemo hasta que logramos en una semana sacar 14 kilogramos", expresa. Agustina además de luchar día a día contra sus padecimientos, intenta mostrarse lo más fuerte que puede para contener a su mamá Stella quien atraviesa un cáncer y se encuentra en proceso de quimioterapia.
Debido a que el estado de Agus venía empeorando, su hermana Maru la trasladó a vivir a su casa en Capital y ese fue un acierto que le permite a Agus hoy estar con vida. Es que el lunes 1 de mayo, me estaba bañando y me empecé a sentir muy mal. Le pedí a mí hermana que me ayudara y me desmayé. Tuve hemorragia, recuerdo a mi hermana gritando desesperada, con una mano me sostenía y con la otra llamaba a la ambulancia. Junto a mi cuñado (Lucas Giuliani) me vistieron, me sacaron de la ducha y me cargaron en al auto. Ahí se me apagó la computadora", expresa Agus contando como si fuese una película lo que le tocó padecer. Según los profesionales la chica había sufrido una arritmia mortal que podría haber producido una muerte súbita. Agus no llegó a eso porque el traslado desde Concepción hasta el centro de Salud (Clínica El Castaño) se hizo en cuestión de minutos. "Los doctores me dijeron que si pasaba un minuto más no la contaba. Tuvieron que utilizar un desfibrilador y entubarme", agrega.

Internada en estado crítico en Terapia Intensiva el pronóstico no era alentador para la familia de Agus que se aferró a la fe y al milagro que finalmente sucedió 12 días después. Agustina despertó el jueves. "Cuando me desperté me vi entubada, atada y con los brazos negros. Es que venían a sacarme sangre todo el tiempo y se me rompían las venas", manifiesta.
Esa nueva oportunidad de vivir para Agus fue también como volver a nacer. "Ese día sentía mucha sed y pedía agua pero tuve que aprender desde cero a tragar, algo tan simple como eso. Se me corrían las lágrimas por qué seguía sin entender nada, el kinesiólogo me ayudó muchísimo para poder lograrlo", comenta. Al otro día, le retiraron la sonda y pudo tomar agua por sus medios. "No puedo explicar la felicidad que sentí, lo pienso y me emociona", comenta. Luego vino la etapa de volver a caminar. "Fui de a poco, no podía creer que después de andar en bici por tantos lados ahora estaba en una cama o dependiendo de una silla de ruedas, me propuse caminar y lo hice. El domingo cuando me dieron el alta salí caminando del brazo de mí mamá, creo que esa imagen no se me olvida más", expresa orgullosa.
Antes de irse con internación domiciliaria a su casa, Agus volvió a entrar a un quirófano. Es que debido a la arritmia cardiaca que sufrió, debieron hacerle una punción para ver el estado cardiaco de la chica. "El cardiológo, doctor Carrizo me explicó que debían hacerme un estudio complejo donde por medio de una aguja ingresan al corazón por la arteria de la pierna y lo que hacen es provocar una arritmia, si se produce es necesario colocar un aparatito que va por debajo de la piel y eso ayuda al corazón. Era riesgosa pero yo quise hacerlo", comenta Agus quien ya retomó las diálisis de lunes a sábado hasta que logre estabilizarse con el peso seco y además sometiendose a permanentes controles cardiológicos.
Agustina, mientras continúa con la esperanza de que el trasplante de riñón suceda, se aferra a la fe, a esa misma fe que había perdido por las situaciones que le tocó atravesar. "Se que Dios me dio otra oportunidad, creo que alrededor de estos 30 años me han pasado tantas cosas que me lo pregunto todo el tiempo ¿porqué yo? Yo había dejado de creer en todo, estaba muy enojada, mí mamá con cáncer y yo con esta enfermedad que no permite ni poder ir al dique a tomar algo. Las fuerzas se me habían terminado y había dejado de confiar pero ahora pienso que Dios me dio esta enorme oportunidad por algo", comenta Agus, esa chica que con una sonrisa gigante y una fuerza de voluntad enorme lucha día a día mientras sigue esperando en ese milagro de poder ser trasplantada y volver a vivir la vida que llevaba hasta hace unos años.
UNA ESPERA INCESANTE
La donación de órganos es un proceso lento que si bien en el país salva muchas vidas por año, el porcentaje de donantes continúa siendo bajo. María Agustina Silva se encomienda todos los días a poder lograr ese milagro de que un día suene el teléfono y le avisen que hay un donante. “Nosotros en mi familia somos pocos. Estoy yo, que no soy compatible con mi hermana; mi mamá que sí lo es, pero tiene cáncer; y mi abuelo, que ya tiene 89 años. También tengo algunos primos, pero tampoco son compatibles. Es terrible, porque no sabés a quién recurrir”, comentó Maru Silva.

