En una habitación completamente cerrada, descalza, con la ropa mojada, sentada en una silla con las patas quebradas y al lado de una cama rota que sostenía un viejo colchón de lana repleto de rasgaduras. Así hallaron anteanoche, en Santa Lucía, a Nora Castro. La mujer tiene 58 años y una historia de vida dura y marcada por un cuadro de esquizofrenia. Sólo comía lo que su hermana mayor le tiraba en un plato desde la ventana y ni siquiera tenía un baño cerca. Ni bien detectaron su estado, el Ministerio de Desarrollo Humano y la Municipalidad de Santa Lucía se unieron para trabajar en la casa y ayudarla. Ayer, esperaban que la señora fuera derivada al Hospital Psiquiátrico de Zonda, a través de una orden judicial.
Un llamado al 102 alertó a las autoridades del Ministerio de Desarrollo Humano, quienes se acercaron en compañía de la Policía a la vivienda. “No sabemos quién llamó, pero probablemente haya sido algún vecino. Es que, por su enfermedad, mi tía muchas veces gritaba”, comentó Analía Agüero, una de las sobrinas de la mujer que no tiene hijos. Y agregó que “mi tía tiene esquizofrenia desde hace 15 años. Por eso, otra de mis tías -Dora de 74 años- se mudó a su casa para cuidarla. Pero después, ella se encerró en la pieza del fondo, no quiso salir más y no dejaba que nadie entrara. La verdad, yo he viajado mucho a Tucumán, donde están mis padres, y hacía mucho que no venía. Jamás pensé que la situación era tan grave. No sé desde cuándo sucede esto”.
La historia de Nora fue dura desde que nació. Su madre biológica la abandonó en el Hospital Rawson, ni bien la tuvo. Y una mujer que ya tenía otras 3 hijas decidió adoptarla. Al crecer, la mujer fue empleada doméstica y llevaba una vida normal. Hasta que, pasados sus 40 años, le dijeron que tenía esquizofrenia.
Según el relato de quienes intervinieron en el caso, cuando llegaron a la casa, la mujer estaba en una habitación construida en el fondo de la vivienda en la que sólo había muebles viejos y rotos, un bidet y basura. Como no tenía acceso a un baño, hacía sus necesidades en ollas o en los rincones, por eso, el olor del lugar obligó a los empleados de la Municipalidad de Santa Lucía, quienes llegaron a limpiar, a usar barbijos y salir cada pocos minutos de la pieza para respirar.
Al parecer, hacía años que la señora permanecía allí. Según contó su sobrina, la mujer se negaba a tomar la medicación para controlar su enfermedad mental. Por eso, su salud fue empeorando. Y, como Nora no quería que nadie cruzara la puerta, Dora debía pasarle la comida por la ventana. De hecho, hasta hallaron papelitos que ella le tiraba antes de darle los alimentos a su hermana enferma y decían, por ejemplo: “Acá te paso la comida”. Tras hallarla, personal de la Dirección de Políticas para Adultos Mayores la bañó, pero aún así no logró dejarle el cabello completamente limpio, por el mal estado en el que estaba. Luego, personal del municipio le compró ropa y le llevó una cama, un colchón y otros elementos nuevos.
Según Carlos Caroprese, director de Adultos Mayores, la mujer fue sometida a un control en el Hospital Marcial Quiroga y luego regresó a su casa. Ayer por la tarde, después de la intervención de un juez, esperaban que fuera internada en el Hospital Mental de Zonda. Por su parte, Dora, su hermana, se quedará en la vivienda, ya que, según las autoridades, está en condiciones para vivir sola.

