Un dulce de leche saludable y nutritivo llegó a Argentina de mano de un grupo de investigadores del país que descubrió que mediante la sustitución de grasa animal por aceite vegetal puede mantenerse el sabor de este manjar, icono de la mesa de los argentinos.

Integrantes del Centro de Investigación y Desarrollo en Criotecnología de Alimentos (CIDCA), dependiente de la Universidad

de La Plata (60 kilómetros al Sur de Buenos Aires), dieron un vuelco a las propiedades del dulce de leche tras cambiar la grasa vacuna por aceite de canola -una planta oleaginosa- y de nuez de la variedad pecán, que aporta ácidos insaturados que no suelen consumir los jóvenes argentinos.

La directora del proyecto, Alicia Califano, aseguró en una entrevista con Efe que el aceite ‘apenas se percibe‘ y el sabor del

nuevo producto es igual que el del más ‘insano‘.

Esto se debe a que sólo eliminaron la grasa de origen animal pero no el nivel de azúcar ni la vainilla, ya que su objetivo no era conseguir un alimento dietético sino uno más beneficioso para la salud.

El motivo principal de esta investigación fue que se dieron cuenta de que los adolescentes de Argentina apenas consumen pescado, que contiene ácidos grasos saludables y necesarios para el cuerpo humano, como el omega 3 y el omega 6 también presentes en los frutos secos.

Una dieta demasiado rica en grasas animales, como la de los argentinos, se traduce en crecientes índices de sobrepeso y obesidad, cuyas consecuencias son, entre otras, una propensión a enfermedades cardiovasculares, la principal causa de muertes en Argentina.

Es por esta causa que instituciones como la Organización Mundial de la Salud recomiendan suplantar el consumo de grasas saturadas, como las de origen animal, por insaturadas.

Para llegar a todo el público, pero especialmente a los más jóvenes, decidieron seleccionar un alimento que conquista a casi todos los ‘golosos‘ de Argentina y gran parte de Latinoamérica: el imprescindible dulce de leche.

Según datos oficiales, se calcula que cada argentino consume un promedio de tres kilos de este producto lácteo por año.

El producto obtenido por los investigadores tiene, además de idéntico color y sabor, igual textura que el original y, por tanto,

puede utilizarse para untar una galleta, rellenar pasteles y hasta elaborar golosinas.

Ahora está en manos de los argentinos decidir si se inclinan por el clásico golpe de colesterol o este nuevo sano alimento que, en un principio, mantiene la misma forma, olor y sabor que el original.