Es la casa. Y lo poco que se conoce de su dueño. En un coqueto barrio de Santa Lucía, una vivienda es objeto de historias y ganó los medios por su particular y exagerado sistema de seguridad, que tiene candados, trabas, rejas sobre rejas y decenas de metros de alambre concertina. Además, como los vecinos conocen poco de su propietario, sólo que es un hombre solitario, de hábitos taciturnos y que no socializa con nadie en el barrio, el misterio de la casa enrejada crece con el tiempo.
Hace unos años era una vivienda como casi todas del vecindario, con rejas bajas que no llegaban ni al metro de altura. Pero, según los vecinos del barrio Santo Tomás, cuando llegó el hombre solitario cambió radicalmente la fisionomía de la casa y cada vez hay más rejas y alambres.
De acuerdo a los relatos, es el propio dueño quien realiza las soldaduras, de muy buena técnica por sus terminaciones y particularidades. Las ventanas, por ejemplo, tienen rejas, refuerzos, placas metálicas y, encima, pinches de púas. Al enrejado de calle le fue soldando nuevos hierros y puntas; además de que en las puertas hay candados, cadenas y hasta las trabas de seguridad que se colocan en las motos.
En tanto, los vecinos contaron que los alambres concertina se fueron sumando y sumando, al punto que ahora hay decenas de metros sobre rejas, paredes y techos; y que prácticamente forman una especie de pérgola sobre el patio externo.
Del propietario conocen poco y nada. Según dijeron, es un hombre a quien nunca se lo vio acompañado por otras personas. No compra en los negocios del barrio, no habla con vecinos y apenas se lo ve cuando llega o se va. Desconocen por qué motivo cada vez coloca más rejas y alambres, ya que se trata de un barrio tranquilo, con pocos antecedentes de inseguridad incluso en los almacenes del lugar.
Contaron que entrar o salir de su casa le demanda muchísimo tiempo, por la cantidad de candados, trabas y cerraduras que debe abrir. Y que una vez, quizás en su afán de sentirse más seguro, es que soldó la puerta por dentro, por lo que para salir usó una amoladora.
Ayer, después de que la historia saliera a la luz en DIARIO DE CUYO, incluso hubo personas que se detuvieron frente a la casa para tomar fotos y alimentar nuevas historias para la nueva postal urbana.