Con una memoria prodigiosa, Milton Quiroga se convirtió en la persona más consultada a la hora de saber algún detalle de lo que pasó en la Facultad de Ingeniería durante estos 70 años. Es por eso que ahora este ingeniero comenzó a escribir la historia de la carrera en la provincia. Una historia de la que además fue protagonista, ya que formó parte de la tercera promoción de egresados, recibiéndose en 1947.
Milton tiene 87 años y recuerda el nombre de cada profesor que pasó por las aulas de Ingeniería. Sabe de cada materia, de las dificultades y de todo lo que pasó desde que la facultad empezó a funcionar pasando por el Colegio Nacional, luego por una casona de Mitre y Sarmiento, para terminar en la actual locación de Libertador y Urquiza. "La casona de calle Mitre tenía grandes salones. Pero allí estudiamos hasta que el terremoto tiró todo. Costó bastante para que nos dieran otro lugar. Todavía me acuerdo de las carpas montadas en la Escuela Industrial, donde teníamos que dar los exámenes. El Ejército rescató algunos pupitres del antiguo edificio derrumbado y los llevó al campamento de la Industrial. Fueron momentos difíciles pero éramos jóvenes y teníamos muchas ganas de estudiar", cuenta Milton.
Cuando la carrera comenzó a funcionar en San Juan, dependía de la Universidad Nacional de Cuyo y tenía el rango de escuela. Según cuenta Milton, gracias a las manifestaciones de los alumnos, siempre movedizos, lograron que se cambiara el nombre y empezara a llamársele Facultad de Ingeniería. "Yo vine de Mendoza a estudiar. En los primeros tiempos había que pagar un arancel que era igual que lo que ganaba una maestra o equivalente a tres meses de alquiler de una pensión. No era fácil estudiar", recuerda.
Por lo general los alumnos tenían que trabajar para mantenerse. Incluso, según cuenta el ingeniero, no había receso de invierno ni mesas de exámenes a mitad de año. Ese fue otro privilegio que lograron después de varias marchas y manifestaciones estudiantiles.
Milton trabajó como docente en Ingeniería durante casi dos décadas y por 50 años se dedicó a estudiar los sismos. Estuvo trabajando en el Instituto Sismológico Volponi, que está en Rivadavia, desde su creación, en 1958. "Lo que me quedó grabado de mi paso por la facultad fue aprender a hacer un culto de la amistad. Todavía me sigo viendo con mis colegas y ex compañeros y compartimos recuerdos. Cuando tengo una duda sobre algún dato histórico, inmediatamente recurro a mis contemporáneos", asegura Milton.

