Se pasó el día atendiendo a medios de prensa y reconoció que la situación por momentos lo superó. Pero en todos los casos se mostró tranquilo y dijo sentirse ‘en paz’. Fabricio Fernández, o Juan Pablo como le gusta que lo llamen, es el hombre que asegura llorar lágrimas de sangre y que ahora también dijo tener poder de sanación de enfermedades, a la vez que relató que ‘presiente’ que le saldrán estigmas en los pies. Por su parte, monseñor Alfonso Delgado ayer pidió prudencia y si bien expresó que está dispuesto a recibir al hombre, aclaró que en estos casos ‘Dios habla por caminos más normales’.
Fabricio dijo que se considera un elegido de Dios y que se siente un instrumento para una misión. ‘Mi misión es curar a las personas. Tengo que decir que a través de mis manos y la oración se curó de una enfermedad la hija de un juez, una señora de San Luis y mi madre, quien sufrió un infarto y un ACV. Yo con esto no voy lucrar, pero no puedo negar que he recibido donaciones’, afirmó el hombre, quien no dio a conocer los nombres de las personas que supuestamente sanó.
Fabricio agregó que se siente tranquilo ante las críticas que recibió y respetó la postura de la Iglesia, que se mostró cauta y pidió prudencia. ‘Yo estoy tranquilo, porque sé lo que me pasó. Para ser sincero, yo creo que a partir de ahora, en algún momento me van a aparecer estigmas porque ya tengo marcas en los pies’, indicó, aunque no quiso mostrar sus empeines para los registros fotográficos.
Monseñor Alfonso Delgado, en tanto, ayer se mostró reservado. ‘En estos casos tan personales, hay que ser muy respetuosos y dejar que Dios y el tiempo sigan encendiendo luces para ver la dimensión de esto. Pero creo que es algo que debe quedar en lo privado, guardarlo en la intimidad de la familia. Dios habla por caminos más normales en estos casos, por los caminos de la prudencia’, indicó Delgado, quien se mostró dispuesto a recibir al hombre y su familia.
Por su parte, Rómulo Cámpora, sacerdote de la Catedral, señaló que ‘la Iglesia pide prudencia porque si esto no es Dios, se expone a las personas al ridículo, a una agresión por estafa. La Iglesia es prudente para salvaguardar a estas personas y para salvaguardar la buena fe de los fieles. En definitiva, la Iglesia no necesita de estos fenómenos para que la gente crea’.
