Luis Abelardo Patti fue el policía que logró conquistar electores con el concepto de mano dura, se convirtió en intendente de la localidad bonaerense de Escobar prometiendo seguridad y llegó a conseguir una banca como diputado que, sin embargo, nunca pudo ocupar por las acusaciones de crímenes de lesa humanidad.

Patti nació en Baigorrita, localidad del partido bonaerense de General Viamonte, y a los 16 años ingresó a la Escuela de Policía ’Juan Vucetich’, donde comenzaría una larga trayectoria en la fuerza, que lo llevó a ser ascendido hasta subcomisario. Durante la dictadura militar, el ex policía se desempeñó en los partidos de Pilar, Escobar, Exaltación de la Cruz y San Martín, y su accionar le valió posteriores denuncias por violaciones a los derechos humanos.

La principal denuncia fue el secuestro, tortura y asesinato de Gastón Gonçalves, Diego Muniz Barreto y Carlos Souto en 1976, cuando Patti era suboficial inspector de la comisaría de Escobar. En plena polémica por el crimen de María Soledad Morales en Catamarca, en 1991 Patti fue designado a cargo de la investigación del caso junto a un representante de la Policía Federal.

Para esa altura, Patti ya se había hecho famoso como un policía al que no le importaban las acusaciones por torturas.

En 1993 se retiró de la policía para dedicarse a la política. Se unió al Partido Justicialista, lo que le permitió ser nombrado interventor del Mercado Central de Buenos Aires durante la primera gestión de Carlos Menem.

Dos años más tarde, se postuló para la intendencia del municipio de Escobar, y con el 73 por ciento de los votos logró conquistar la administración comunal, en la que fue reelecto en 1999 ante el freno que le impuso el partido para ser postulante a la gobernación.

En 2005 fue electo diputado nacional apoyando la candidatura a senadora de Hilda González de Duhalde pero su asunción fue impugnada por la Cámara de Diputados.