Justo cuando largaba la final del TC 2000, un muchacho se quedó con todas las miradas del público que estaba alrededor de la horquilla. Es que el personaje en cuestión trataba de bajar del cerro, a unos 200 metros de altura. Desde abajo todos miraban con horror y temían lo peor en el desenlace. Por suerte, el irresponsable, pudo zafar.