Aunque venía de viajar unas 14 horas, la ropa que traía puesta no tenía ni una sola arruga cuando se bajó del colectivo para reencontrarse con su familia. Antes de abandonar ese vehículo de pasajeros, tuvo que ponerse unas gafas para protegerse de un sol sanjuanino que ya empezaba a pasar factura.

Besando a su madre y estrujándola en abrazos, casi sobre el mediodía de ayer llegó a la provincia el marino sanjuanino, Luis Villafañe (23 años), quien estuvo junto a su hermano Matías en la Fragata Libertad durante los primeros 22 días que la embarcación permaneció retenida en Ghana.

De las 22 personas que lo esperaban en la Terminal de Ómnibus de la ciudad de San Juan, su tía Gloria Villafañe tuvo el privilegio de ser la primera en abrazar a Luis, que había partido desde Buenos Aires el jueves por la noche junto a su papá y a su hermano Matías (que trabajó atendiendo la cantina de la fragata).

Aunque la tía Gloria se le había adelantado, la mamá de Luis no se hizo esperar. ‘Mi negro hermoso’, le decía Rosana Mercado, entre llantos y risas, a su hijo recién llegado, mientras el papá de los chicos Villafañe no descuidaba el equipaje. Nadie quiso perderse el momento: ni Martina, la beba de seis meses que es sobrina de Matías y Luis, ni sus abuelos Norberto Villafañe y Mercedes Cortés, ambos rondando los 70 años.

El matrimonio de abuelos estuvo tan presente en la Terminal como seis amigos de la barra de Matías (21 años), que vive con sus padres en la villa Néstor Díaz, en Pocito. Cada cual a su manera, todos querían homenajear a los hermanos que estuvieron recorriendo el mundo hasta que tuvieron que volverse en avión desde Ghana hasta Buenos Aires.

‘Estamos esperando a Matías con un asado’, contaban sus amigos tras aclarar que por la noche pensaban seguir los festejos en un recital. En cambio, las tías y primos esperaron a Luis y Matías con globos y carteles con mensajes de bienvenida donde se leía: ‘¡Los queremos mucho!’.

Mientras le temblaban las manos, Rosana contaba que el jueves estuvo hasta las 2 de la mañana preparando uno de los platos preferidos de Luis. ‘Lo primero que voy a hacer cuando llegue a mi casa es almorzar los canelones que hizo mamá’, contó el marino pocitano tras bajarse del colectivo que llegó a la terminal a las 11,43.

Volver

Luis comentó que el 4 de noviembre debe volver a Buenos Aires para presentarse en el edificio Libertad, sede del Estado Mayor General de la Armada. ‘Si me llaman para decirme que me tengo que ir, voy con gusto. Quiero ser parte de la tripulación que traiga de vuelta a Argentina a la fragata‘, remató.

Entre tantos amigos y allegados que esperaban a los Villafañe, estaban sus hermanas Eliana (15 años) y Belén (13 años), la segunda persona que saludó a Luis tras bajarse del colectivo. Facundo (16 años) llegó con amigos a la Terminal, donde fue saludado por su hermano marino con gestos más que efusivos.

La espera en la Terminal había arrancado a las 10,53 cuando llegó en su vehículo particular la mamá de los chicos, que ya estaba despierta desde las 7 de la mañana. Rosana trataba de resumir con pocas palabras un montón de emociones mezcladas: ‘estoy ansiosa, nerviosa, contenta’, contaba la mujer tras recordar que a Luis no lo veía desde abril.

Con un poco más de paciencia estaba el abuelo paterno de los chicos, que había llegado en un colectivo de línea junto a los tíos de los hermanos que estuvieron en Ghana, la nación africana.

Inflando globos, los primos menores preparaban la bienvenida mientras pintaban carteles y cambiaban el clima cotidiano de la Terminal. Al llegar el colectivo muchos cantaban: ‘le damos la bienvenida’. Para Matías, que estuvo en todo momento de gorra y con la visera apuntando hacia atrás, el viaje sirvió para ‘aprender. Nunca imaginé que iba a conocer tantos lugares. Quería volver a Argentina pero con el barco. Ya estoy extrañando la fragata’.