Luciano Alvarez casi no se veía entre medio de las piernas de la gente que subía para saludar a la Difunta. Tiene sólo 5 años y, desde los 2, sube las escaleras de rodillas junto a su papá y su mamá. Quizá por su edad, la agilidad con la que se mueve y lo tranquilo que se ve al realizar el sacrificio sorprenden. Después sigue jugando, ni siquiera se cansa. Él agradece junto a su familia porque cuando tenía un poco más de un año, comenzó a sufrir convulsiones. Sus papás asustados le pidieron ayuda a la Difunta y ahora que Luciano está bien y no tiene secuelas de la enfermedad, todos cumplen la promesa.
