El observatorio Argentino de drogas realiza periódicamente estudios sobre consumo. De uno de ellos se desprende que las sustancias de curso legal, alcohol y tabaco, son las que presentan las mayores tasas de consumo de alguna vez en la vida con 73.9% y 51.7% respectivamente. En tercer lugar, como sustancia de mayor consumo entre la población de 12 a 65 años del país que viven en localidades de 80 mil habitantes y más, se ubica la marihuana, con una tasa de consumo del 15.8%, seguido por la cocaína, con el 7.9%. Los tranquilizantes y estimulantes usados sin prescripción médica tienen tasas de prevalencia de vida del 3.6% y 1.6% respectivamente. El 1.8% de la población encuestada manifestó haber consumido alguna vez hashis, el 1.6% alucinógenos, el 1.4% éxtasis, el 1.2% solventes o sustancias inhalables y el 1% pasta base-paco. Heroína, opio, morfina y ketamina, tienen prevalencias de vida inferiores al 0.5% de la población bajo estudio. El estudio se enmarca en las actividades de investigación que lleva adelante el Observatorio Argentino de Drogas (OAD), dependiente de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (SEDRONAR). Uno de los consumos que más preocupa es el de las sustancias reguladoras del estilo de vida (las llamadas Lifestyle Medicines1) que desde un menú de opciones prometen una actitud más proactiva o serena según la demanda. Se trata de productos ansiolíticos sedativos y productos con virtudes estimulantes y proactivas que conforman dos polos en los cuales se juega la “prescripción del confort”, proporcionando la adaptación y la integración social. El consumo depende del perfil de cada persona y su condición socioeconómica. “Normalmente se empieza con la marihuana, pero en la adultez la droga de iniciación es la cocaína ya en niveles más profesionales.Todo tiene que ver con los perfiles, si hablamos de un chico mal comido, con frío seguramente va a consumir alguna sustancia barata y de mala calidad que le provoque no sentir ni frío ni hambre. Distinto es una señora de mediana edad que toma tranquilizantes y la de un profesional de 40 años que consume cocaína. Cumplen diferentes funciones de acuerdo a lo que se quiere calmar o a tapar”, explica Ontiveros de Lihue.