La paz que transmite su mirada y la tranquilidad con la que habla dice que se la debe a San Cayetano. Es que lleva más de 20 años vinculado a la capilla del barrio Parque Industrial, en Chimbas, en la que se lleva a cabo la fiesta más grande en honor al Santo. Ahora se desempeña como sacristán y es el encargado de ornamentar el templo para cada celebración. Acostumbrado a pasar el lampazo o subir a una escalera para colgar los banderines Alfredo Cúneo se define como trabajador fiel al patrono del pan y del trabajo que mañana celebra su día (ver aparte).

Poner los manteles sobre el altar o limpiar los candelabros para que brillen en la misa, son sus tareas principales. Sin embargo esta última semana la actividad se le multiplicó. Es que está encargado de toda la trastienda de la fiesta principal que se vivirá mañana.

La ornamentación es su trabajo principal en este momento, pero no descuida otro de sus gustos favoritos: dejar toda la ropa en orden para que los sacerdotes estén de punta en blanco. ‘El 7 de agosto se vive de manera particular. Son muchos días previos que trabajamos desde las 16 hasta cerca de la medianoche. En esas horas recibimos donaciones que las usamos para adornar. Y preparamos todo para que se viva de la mejor manera este día tan especial. Además tenemos el comedor infantil que nos da trabajo durante todo el año’, cuenta mientras señala los adornos que atraviesan de lado a lado en la puerta de la capilla. A la vez, el hombre que comparte su tiempo entre la capilla y el cuidado de su madre enferma, dice que uno de sus trabajos más lindos es ayudar a dejar su segunda casa en orden.

Su relación con la capilla empezó en 1989. Su familia vivía hacía unos años en el barrio donde se encuentra el templo y de a poco comenzó a integrarse a la catequesis pastoral. Un año más tarde Alfredo hizo su Primera Comunión en la capilla que justamente este mes celebra sus 30 años de vida. Desde ese momento su vínculo con el patrono de los trabajadores no paró hasta la actualidad.

Fue colaborador de los grupos juveniles, delegado de la Acción Católica, catequista y desde hace 3 años es sacristán y ministro de la Eucaristía. ‘Después de pasar por muchos lugares ahora estoy donde más gusta. Dediqué mi vida a San Cayetano y él ha sido mi prioridad. Y no lo hago por una remuneración sino porque es un servicio que me acerca todos los días a Jesús’, dice.

‘Estoy dentro de la capilla durante horas y nunca me canso. Además el patrono de los trabajadores hace que uno viva cosas muy lindas. Hay miles de fieles que se acercan y ver que con el paso de los años la gente que agradece o pide no merma es muy satisfactoria’, asegura el hombre que llegó hasta el templo gracias a su madre. A esto se suma que la capilla es su lugar preferido en el mundo y no se cansa de trabajar allí.