Decir que el ingeniero Lucio Gómez es el padre de la parquización de la avenida de Circunvalación, está lejos de ser una metáfora. Es la pura realidad, teniendo en cuenta que junto con sus colegas Régulo Gallego y Manuel Alonso presentaron el estudio de factibilidad técnica y económica en 1978 cuando se estaba terminando el tramo desde avenida Ignacio de la Roza y avenida Rawson. En ese momento la propuesta también incluía un nuevo mecanismo de riego para los árboles de la ciudad. El proyecto no tuvo buena recepción ni en ese momento ni en otro hasta febrero del 2004, cuando Gómez fue recibido por el entonces flamante gobernador de la provincia, ingeniero José Luis Gioja, quien había asumido hacía menos de dos meses.
"Recuerdo que a los dos días de pedir la audiencia me llamaron para que vaya a la Casa de Gobierno a explicarle en qué consistía la propuesta. Fui, le expliqué y quedó en llamarme el lunes siguiente. Así fue que volví, le dije que era posible hacerlo tanto desde el punto de vista técnico como económico. Él se entusiasmó mucho y me dijo: metele ahora que la vamos a hacer. Trabajá en tu casa para actualizar todo hasta que te consigamos una oficina", cuenta Gómez.
Al poco tiempo tuvo un espacio en el Ministerio de Infraestructura, con una persona a su cargo que le ayudaría en la tarea. Se trata de Diego Tapia, Maestro Mayor de Obras, que a la fecha sigue trabajando con Gómez, actual Director de Espacios Verdes de la provincia.
Pasó muy poco tiempo después de este hecho cuando la Dirección Nacional de Vialidad llamó a concurso para arreglar parte de la Ruta 40 hasta la Circunvalación, y allí se incluyó la parquización.
"El problema surgió cuando vi el pliego que indicaba que sólo alcanzaba para 80 hectáreas de riego por goteo y 40 hectáreas de pasto, así es que propuse una modificación para que alcanzara para toda la avenida. Techint, la empresa ganadora, lo estudió y aceptó el cambio. Así en el 2005 ya empezó a verse verde. Luego se empezaron a colocar plantas, muchas de ellas se perdieron en el 2007 con una gran helada que hubo y tuvimos que replantar nuevas especies. Recuerdo que pusimos 5 mil plantas más en 2008, y así cada año. En 2013 implantamos también muchos arbustos y otros miles de árboles", relata el ingeniero, dueño del proyecto junto a sus colegas que ya fallecieron.
Los árboles elegidos fueron aquellos que mejor se adaptan a las condiciones de suelo y clima, sobre todo en aquellas zonas con mucha piedra, tales como aguaribay, cipreses, algarrobos, palmeras que se trajeron de Mendoza, más otras donadas, cina-cina, jarilla, retamos (con y sin flor), y finalmente las palmeras pindó que son las más altas, esbeltas y ornamentales.
Con los avances de la ciencia, el próximo pasó será colocar plantas nativas argentinas mejoradas. Es que actualmente se están realizando estudios genéticos denominados "proceso de domesticación de plantas", que permiten mayor resistencia y más color para lugares abiertos como éste.
"Me produce una gran satisfacción ver la avenida. El verde implica naturaleza y belleza, y es algo innato en el ser humano. El gasto del Estado va mucho más allá de lo lindo que se ve. Es que produce una sensación de orgullo, da sentido de pertenencia a un lugar mejor a quienes la transitan. Para una zona desértica implica un valor muy grande para el hombre. A esto se suma que los espacios verdes aumentan el evalúo fiscal de los inmuebles ubicados, en este caso frente a la avenida, lo que aumenta el impuesto inmobiliario que recauda la provincia. Ya con eso alcanza y sobra para su mantenimiento. La última licitación se hizo por 7.580.374 pesos, pero a valores actuales se ha gastado en los dos últimos años 9 millones de pesos", agrega.
El experto en espacios verdes indica que hay tres pilares fundamentales para este tipo de obras. El primero debe ser un buen proyecto, el segundo una buena ejecución y el tercero es el mantenimiento. "Este último es el más costoso de todos, más si tenemos en cuenta que se hace en un desierto, pero la contrapartida es muy grande".