Abandonar su país natal a temprana edad no fue nada fácil para William Londoño, pero sus ganas de crecer  y sus aspiraciones de triunfar en Argentina lo llevaron a "cerrar los ojos y darle para adelante".

William tiene 22 años y hace 3 meses un llamado inesperado lo sorprendió: su amigo y actual socio, Kevin Arango, que ya estaba en San Juan en ese tiempo, lo entusiasmó con la idea de venir a trabajar a la provincia como peluquero, oficio para el cual tiene un talento envidiable. En ese entonces, el joven era dueño de una pequeña peluquería en Medellín, pero las referencias de Kevin –también peluquero- fueron más fuertes. “Me dijo que aquí no había muchas peluquerías, que no había tanta competencia como allá, y que se ganaba más”, señaló. 

Aunque le costó mucho apartarse de su familia, no lo dudó y aceptó la propuesta de su amigo. Así, un maratónico viaje en colectivo de una semana lo ubicó en San Juan. “Cuando llegué empecé a trabajar en una peluquería de Capital, en la que estaba mi amigo”, contó. A pesar de su felicidad por haber conseguido trabajo rápidamente, a los pocos días tuvo un revés que lo bajoneó. “Ganábamos por porcentaje, no era lo que esperaba”, explicó. Pero su fuerte personalidad lo llevó a no “tragarse” la rabia. Es que, junto con Kevin, renunciaron a sus puestos y fueron por más: abrieron su propia peluquería en Caucete. Se trata de “Barber Shop”, local ubicado en Alberdi 141, a metros de la plaza departamental de la ciudad del Este.

A pesar de que se instalaron hace poco, decenas de jóvenes los elijen por sus cortes personalizados, poco vistos en la provincia. “Gracias a Dios nos está yendo bien”, aseguró William, quien estudió peluquería en Colombia y se especializó en hacer cortes con dibujos.

Detrás de su relativo éxito, se esconden una serie de sacrificios que deben padecer “hasta que nos acomodemos”. Por el momento duermen en el mismo local donde atienden, en una pequeña pieza que recubren con una cortina. Para almorzar se las arreglan yendo a la casa de una familia colombiana que conocen. “Son los primeros meses”, excusó el joven peluquero.

Todo el empeño que Wiliam le pone a su trabajo tiene una finalidad que lo hace ser un ejemplo para muchos jóvenes: se encarga de enviar parte de su ganancia a su humilde familia radicada en el país cafetero. A pesar de que es el menor de 7 hermanos, “se pone al hombro” la cruda realidad por la que atraviesan sus allegados. “Yo estoy acá por mi familia, para sacarla adelante”, expresó.

Su adaptación a nuestro país es un tema que día a día lo va puliendo. William, que es fanático de Atlético Nacional, contó que de a poco se está acostumbrando a los hábitos locales. “Probé el mate y me gustó. También el asado y el vino. Eso allá en Colombia casi no hay”, reveló. Además, contó que lo que más lo afecta de San Juan es “el extremo calor”.

En cuanto a su rutina, relató que sus días comienzan a las 9: “Con Kevin nos despertamos y abrimos la peluquería. Hacemos un parate para almorzar y de ahí seguimos hasta las 11 de la noche”. William manifestó que una de las cosas que más le llamó la atención de la provincia es la clásica siesta sanjuanina. Como en Colombia no es habitual esa tradición local, los peluqueros deciden tener abierto el local en ese horario. “En nuestro país se trabaja en lo que acá llaman la siesta. Por eso nosotros estamos acostumbrados y abrimos de corrido”, explicó el joven. A pesar de estar muy centrado en su trabajo, cuando puede se hace un tiempo para divertirse. “Me hice unos amigos acá en Caucete. Me gusta jugar al fútbol, hacemos partidos de colombianos contra argentinos”, contó, y agregó entre risas que “los argentinos pegan patadas”.

William Londoño se refirió también a una de las partes más complicadas de su aventura. “Extraño mucho a mi mamá. Todos los días la saludo por WhatsApp y cuando puedo le hago una llamada internacional. Ella también me dice que me extraña, pero que me apoya en todo”, relató emocionado. 

Con miras al futuro, expresó que “le gustaría instalarse definitivamente en Argentina”. ¿Algo más? “Sueño con formar una familia acá”, fantaseó.

Sin dudas, abandonar el país donde se crió y donde tiene a su familia no fue fácil. Sin embargo, con voluntad, perseverancia y empeño, William está logrando “ganarse la vida” en San Juan.


 La anécdota que pone en evidencia su difícil adaptación 

“Los primeros días me sentía mal. Cuando tomaba un remis, me escuchaban el acento y se asustaban. Pensaban que les iba a hacer algo”, expresó angustiado William. El peluquero contó una situación puntual que lo afligió. “Un día me subí a un taxi en el centro. Cuando le dije a donde iba, me escucharon el acento y me hicieron bajar”, relató.

Sin embargo, dejó en claro que “no todos los argentinos son así. Hay otros que nos han ayudado mucho”.


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