Hay personas de las que decimos que en ellas predomina el pensamiento mágico o pensamiento mágico-primitivo, porque creen que sus pensamientos, palabras o acciones pueden o podrían, de algún modo, provocar o prevenir un determinado acontecimiento, a pesar de que dicha creencia se oponga a las leyes propias de la lógica y de las relaciones causa-efecto. Por ejemplo, creer que si pasamos debajo de una escalera nos ocurrirá una desgracia, puede entrar dentro del pensamiento mágico, ya que no existe ninguna razón objetiva para creer esto desde el punto de vista de la lógica, y no corresponde a las leyes normales de relación causa-efecto.

Este tipo de pensamiento, que por definición se opone al pensamiento lógico es más frecuente entre los niños y en las personas pertenecientes a culturas primitivas, o que tienen escaso nivel cultural. El pensamiento mágico es propio de las personas con trastornos de tipo obsesivo-compulsivo. Estas personas realizan una serie de rituales estereotipados para librarse de algunas ideas extrañas que las asaltan de forma repetitiva e insistente a pesar de que ellas mismas las consideran con poco fundamento o completamente absurdas (ideas obsesivas). Los ritos que realizan son muy variados: repetición de jaculatorias, lavados de manos, tocar objetos, dar vueltas o giros sobre objetos o sobre sí mismas, etc. En cierto modo, éstos recuerdan a los de las personas supersticiosas, pero tienen un carácter menos voluntario, ya que más que obedecer a una creencia adquirida, responden a un impulso imperioso a realizar el ritual, ya que si no lo hacen alcanzan grandes niveles de angustia (actos compulsivos).

Las personas con pensamiento mágico tienden a creer en supersticiones que dependiendo de cada caso se encuadran en el marco de la brujería, magia negra, parapsicología, etc. Generalmente son muy sugestionables por los demás y vulnerables a la inducción de trastornos psicopatológicos por parte de otras personas que los padecen (delirios colectivos, delirios inducidos, etc.).

Actualmente el hombre se supone que se ha vuelto un ser racional y que ha evolucionado respecto a ese tema, pero no es así porque aún el ser humano a las cosas o acciones que sobrepasan su mente las considera algo paranormal o mágico. Un ejemplo muy claro es cuando pensamos en los dioses para creer que hay algo más a parte de nuestro mundo racional. Otro ejemplo de pensar en los dioses sería cuando un grupo de creyentes observa una mancha negra en una pared y ellos mismos creen que es el rostro de Jesús.

Pero en realidad deberíamos preguntarnos si de verdad nos gustaría tener un mundo sin milagros, sin nada que comprender. Todos pensaríamos que no, ya que se perderían cosas esenciales como la incertidumbre o el qué pasará el día de mañana, porque si todo fuera racional y no hubiera nada que sobrepasara nuestros límites se perderían cosas como esas que nos hacen vivir el día a día con más intensidad.