Nazario Benavides fue un caudillo que gobernó la provincia durante 18 años. Su personalidad dejó una profunda huella en la historia sanjuanina. El que haya podido desempeñar el cargo durante un periodo tan largo es una prueba palpable de la enorme contradicción que envolvió a los hombres que lucharon por la Independencia. El planteo no sólo consistía en romper con España sino también en crear una sociedad democrática donde los ciudadanos pudiesen expresarse libremente, además de poder elegir y ser elegidos para el desempeño de cargos públicos.

El problema se presentó cuando se determinó quien era ciudadano: sólo aquellos de sexo masculino, libres, blancos y poseedores de una cierta fortuna, poseían el derecho. Una democracia, sí, pero que marginaba a por lo menos el 90% de la población. Cuando en realidad la guerra contra España la había librado el conjunto del pueblo, y sobre todo en San Juan.

Los caudillos vinieron a llenar este vacío, fueron profundamente populares, el grueso de la población estaba dispuesta a seguirlos, cualesquiera fueran los sacrificios que se soliciten.

Nazario nació en San Juan en 1805, y desde joven vio en el caudillo riojano Facundo Quiroga un modelo al cual seguir. Precisamente conoció profundamente al riojano cuando pudo prestarle servicios como arriero. Es luego del asesinato de éste, cuando el sanjuanino comienza a pesar en la política local, que se encontraba en un gran desorden. En febrero de 1836, la Sala de Representantes, es decir una embrionaria Cámara de Diputados, lo designó Gobernador Interino, y de una u otra forma desempeñará el cargo hasta 1855.

Hubo quienes detestaban a los caudillos e hicieron todo lo posible para terminar con el sistema que ellos representaban. Son quienes se identificaban con el bando unitario. Querían establecer un orden regido por una Constitución, pero siempre bajo el condicionante de una democracia limitada para muy pocos. Hubo infinidad de guerras y batallas entre los dos bandos en pugna, y también entre los caudillos entre sí. Unos de los combates más sangrientos que tuvieron lugar ocurrió en San Juan. Fue la batalla de Angaco, que tuvo a Benavides como uno de sus protagonistas principales. El sanjuanino y otros caudillos aliados fueron cruelmente derrotados por el General Mariano Acha. Benavides pudo recuperarse en pocas horas, marchó a Pocito, donde varios cientos estuvieron inmediatamente prestos a seguirlo. Con los nuevos reclutas sorprendió a los soldados de Acha mientras festejaban y los exterminó. Una prueba más del apoyo popular con el que contaba, la gente estaba dispuesta a seguirle aún cuando acababa de enterarse de la cruel derrota sufrida.

El régimen de los caudillos tuvo popularidad pero le faltó lo que poseía el otro bando: la capacidad de organizar un país moderno que se organizara bajo una conducción única y se insertara plenamente en la economía mundial. Sin embargo Benavides fue probablemente de todos los caudillos, el que mejor conocía esta necesidad. Era además un hombre pragmático que estaba dispuesto a realizar concesiones. Cuando Urquiza, el caudillo entrerriano, se rebeló contra Rosas, Benavides fue cauto y permaneció neutral, lo que le permitió tener presencia política aún después de la batalla de Caseros, donde Rosas fue definitivamente derrotado. Es más, estuvo entre los primeros en jurar la Constitución que sirvió como ley fundamental para organizar el país.

Sin embargo sus antiguos adversarios, luego en el poder, no terminaron por hacerle confianza. En 1858 fue detenido mientras presenciaba una riña de gallos, actividad por la que sentía una gran pasión. Un grupo de amigos trató de liberarlo y en el intento murió asesinado.

Quienes ganaron en Caseros terminaran organizando el país, aunque lo harán a su manera. Grandes sectores populares se quedaron sin la posibilidad de participar, habrá que esperar los inicios del siglo XX y las leyes de Sáenz Peña para que se considere elector a todo hombre mayor de 18 años. Para las mujeres es recién la Constitución sanjuanina de 1927 la que les reconoce el derecho al sufragio. Y en el resto del país las mujeres deberán esperar hasta 1949 para poder ejercer este derecho.