A sus 79 años, doña Santos Illanes se transformó por un día, en la figura principal del pueblo. La mujer, oriunda de la Ciénaga, la localidad jachallera a la que se la conoce como el santuario de los pájaros, fue la que prestó su casa para que se transformara en oficina de control e información turística. La movida fue encarada por Medio Ambiente. Esto no hizo más que mostrar que son los propios vecinos los que decidieron cuidar su lugar. Por sus riquezas, el lugar es Area Protegida desde hace 4 años. La inauguración de la oficina y la designación de un custodio, que además es de La Ciénaga, es el primer paso concreto de un plan de cuidado de la zona, que también será encarado por los mismos vecinos.
La Ciénaga está a unos 15 kilómetros de Jáchal, por el camino que va a Huaco. El sábado pasado, todos sus pobladores estuvieron de fiesta. La apertura de la oficina, que está al lado de la escuela, es el resultado de años de trabajo y de pedir a las distintas autoridades que el lugar sea protegido. En esta localidad jachallera viven unas 50 personas. Desde hace algunos años, el éxodo por falta de trabajo es inevitable. Es por eso que el plan que ya comenzaron a idear, no sólo para protegerlo sino para atraer al turismo, significa una luz al final del túnel. Incluso, Alejandro Vega, el custodio que capacitó Medio Ambiente para encargarse de atender la oficina y controlar el lugar, es de La Ciénaga. El muchacho tiene 22 años y volvió a su pueblo para cuidarlo.
La emoción de los habitantes se vió en el acto que hicieron el pasado sábado. Aún cuando no había clase, los chicos se pusieron su guardapolvo blanco para asistir a la escuela. Los vecinos llegaron con su mejor atuendo y asistieron a la apertura de la oficina. Pero además se quedaron para participar de la primera reunión para empezar a elaborar un plan de manejo del lugar. Será la Unión Vecinal la encargada de coordinar el trabajo, con la asistencia de Medio Ambiente.
Todo se dio en un escenario paradisíaco. El cielo celeste contrastando con los álamos casi dorados. El canto de los pájaros y el sonido de las cascadas del río que atraviesa el pueblo. Las llamativas formaciones rocosas también fueron la atracción de la gente que fue a la fiesta desde la ciudad. Este mismo escenario es el que atrae a científicos de todo el mundo, que llegan al lugar para estudiar su flora, su fauna y sus rocas.
Esta es una experiencia única en la provincia. Es la primera vez que todo un pueblo trabaja para cuidar sus riquezas naturales. Aunque Marcelo Jordán, director de Conservación y Areas Protegidas, dijo que la idea es que esto se repita en otros puntos de San Juan.

