Todas las noches tienen que subir a lo alto del campanil de la Catedral y, durante unos cinco minutos, girar a mano una manija. Esta rebobina un largo cable de acero, cuyo enrosque y desenrosque hace que se active el complejo mecanismo del reloj de la torre. Así funciona el sistema manual, que es el que se usa para hacerlo funcionar cuando se corta la electricidad, pero que, ahora, y desde hace unos 15 días, es el único que se está usando a diario para que ande, ya que el sistema automático se rompió.
El trabajo de "darle cuerda", dijo el encargado del campanil, Armando Gutiérrez, lo hace el orfebre y relojero Juan Carlos Vásquez. "Todas las noches viene a las 21 para girar la palanca y, cuando no puede venir, el reloj no funciona al otro día porque la cuerda sólo dura unas 28 horas", dice el encargado de 82 años de edad. Esto mismo fue confirmado por el propio Vásquez, quien le contó a este diario que las noches que no puede llegar a tiempo al campanil, al otro día los relojes directamente no funcionan.Y esto será así hasta que se arregle el mecanismo eléctrico, que está siendo refaccionado por Vásquez.
La maquinaria vino desde Alemania. Acá la instaló, en 1962, el relojero Arnold Bofinger. Tanto la parte interna del reloj (que exteriormente está ubicado en los laterales Este y Norte del campanil) como sus piezas electrónicas, están instaladas en una pequeña pieza, que ocupa un cuarto del espacio del interior del campanil y que está ubicada en lo alto de la torre, debajo del mirador. Según Arnold Bofinger (a cargo de su mantenimiento hasta los `80), siempre funcionó mecánicamente mediante un sistema electrónico, que se acciona a través de un motor eléctrico. Y eso es lo que posibilita un rebobinado eléctrico del cable. Ese sistema hace que la maquinaria funcione automáticamente y es el que se rompió. De esta manera, por ahora, y hasta que se pueda reparar el dispositivo, la tarea manual seguirá siendo la que haga funcionar el antiguo reloj.