Pocos autos pueden mantener tantos fanáticos con el paso del tiempo, pero para los sanjuaninos el Fiat 128 IAVA sigue siendo uno de los preferidos. Esto quedó plasmado ayer en el autódromo El Zonda-Eduardo Copello en donde se reunieron amantes del auto de todas las edades que decidieron celebrar el 39º aniversario del lanzamiento del vehículo que se hizo en la Quebrada Rugiente con la famosa carrera El Desafío de los Valientes. Por esta celebración es que invitaron a pilotos que estuvieron presentes como el sanjuanino Cascote Juárez, el cordobés José Cano y el chileno Santiago Bengolea.
Tan recordada es la competencia que se hizo en 1973 en San Juan, que llevó a que ayer un chico de 25 años le contara detalladamente a Cascote Juárez las maniobras que realizó el piloto en esa competencia y en la que finalizó tercero. Lo llamativo es que todo lo que le comentó el chico, y que en algunos casos Juárez no recordaba, lo conocía gracias a las historias que él escuchó en las distintas reuniones "fierreras" en las que participa.
Este chico, ni siquiera estaba en la panza de su mamá cuando se realizó la competencia histórica, pero la cantidad de historias que escucho sobre esta en las reuniones de la Asociación de Automóviles Fiat, organizadora del evento, le permitió interiorizar las situaciones que se vivieron de tal manera que lo cuenta como si lo hubiera vivido. La oportunidad de compartir esto se la dio la organización de la actividad que convocó a los pilotos que fueron parte del Desafío de los Valientes y que estuvieron presentes para poder dialogar con los amantes de los fierros.
Una docena de dueños de estos autos se reunieron ayer en el autódromo a disfrutar una actividad distinta a las que realizan habitualmente, ya que además de charlar con los protagonistas de esta competencia mítica, también cumplieron con lo que tanto soñaron: que es recorrer el circuito mítico del automovilismo argentino en los autos que tanto aman. Los fanáticos dieron varias vueltas individualmente y pudieron experimentar las dificultades que hicieron famoso a la pista que está enclavada en la Quebrada de Zonda. "La mezcla de adrenalina y emoción que sentí al hacer el rulo, es impagable. Siempre soñé con dar una vuelta en este circuito", esbozaba Carlos López apenas se bajaba de su Fiat 128 IAVA y tomaba la copa de gaseosa que estaba sobre la mesa que dispusieron bajo uno de los boxes, en donde también había presentes para todos los que asistieron.

