Los principales centros urbanos de Libia quedan todos sobre la costa mediterránea a lo largo de la principal autopista Este-Oeste, y la puja por el control del país tiene a los rebeldes tratando de empujar el frente de los combates hacia el Oeste y al gobierno intentando, con ataques, frenarlo o hacerlo retroceder.

Ayer, al menos en tres ocasiones las baterías antiaéreas de esta posición rebelde intentaron sin éxito derribar a los aviones que atacaron primero a varios kilómetros de la posición, después a cinco y finalmente a menos de mil metros de donde se concentraban unos dos centenares de jóvenes milicianos.

Con cada explosión el mismo ritual: gritos, disparos de las baterías antiaéreas, huidas despavoridas hacia el desierto y el retumbar de la polvorienta explosión.