La más extensa, avanzaba a paso de hormiga desde el templo y discurría por la calle, giraba en la esquina y se mezclaba más allá con la gente que visitaba los puestos. Dentro del predio, había otra fila que se alargaba desde el portón del fondo y serpenteaba entre las mesas, cuyo destino era la imagen de San Expedito en la gruta. A la vez, una tercera cola hacía un zig zag en el lugar buscando que el sacerdote Fabricio Pons bendijera personas y objetos religiosos. El santuario ayer se vio colmado y eso que asistió una quinta parte de los fieles que, estiman, llegarán mañana a Bermejo. Según informó Francisco Velárdez, administrador del lugar, ayer hubo unas 10.000 personas, no sólo de San Juan, sino de Mendoza, San Luis, La Rioja, Córdoba, Chubut, Santa Cruz, Buenos Aires y Chaco, entre otras. ‘Ya a las 5 de la mañana tenía contingentes en las puerta’, graficó Velárdez.

Salvo en algunos sectores con sombras dentro del predio, los devotos pasaron horas bajo el Sol esperando que avanzaran las filas. Los asistentes de organización tuvieron un arduo trabajo, ordenando a la gente, impidiendo que se colaran o que pasaran mucho tiempo frente a las imágenes.

‘Viajé muchos kilómetros y varias horas. Y tomo esta espera bajo el Sol con tanto calor como un sacrificio, como otra forma de mostrar mi agradecimiento’, contó Marcela Segovia, de Córdoba.

En la misma postura se mostró Elina Rearte, quien tenía tanto miedo durante el parto de su hija Catalina, que se encomendó a San Expedito para que la ayudara. La mamá, que cubrió a la nena con una capa igual a la de San Expedito, soportó el intenso Sol de ayer al mediodía sólo para dar gracias. Los sombreros y gorras se vendieron como pan caliente a 20 pesos, mientras que muchas mujeres se colocaron toallas o pañuelos sobre sus cabezas. Las misas, por su parte, se celebraron a galpón lleno. Y las del mediodía tuvieron esa extraña mezcla de fieles rezando y otros poniendo la carne en los parrilleros, separados apenas por unos metros.

EN LAS AFUERAS

En los alrededores del templo, y como ya es tradición, la contracara de los fieles conmovidos ante la imagen de San Expedito se daba en la variedad de los puestos ambulantes. Entre los stands con figuras religiosas, los visitantes se encontraron con otros en los que se vendía desde camperas a 400 pesos, a juguetes, pasando por bares ambulantes con licuados de frutas y tragos tropicales.

En los puestos de comidas hasta se bailó folclore, con animadores incluidos, mientras que a lo largo de la calle principal, grupos de mujeres con sus hijos se apostaron en diferentes puntos, desde el mismo acceso a Bermejo, con carteles de ‘Recibimos donaciones’.