“Salí sin pensar a dónde iba a llegar”. Así comenzó la charla con este sanjuanino que, sin querer queriendo, conquistó América en moto. No le sobraba la plata, su vehículo no era de alta cilindrada. Pero cuando los sueños son firmes, dicen que se cumplen. Tanto que recorrió 14 países, rodó 55.000 km y se alimentó de eso que dan los viajes y es intangible, pero perdura en lo más íntimo.  

Como en toda historia de viajero, José Moll Portillo (30) necesitó de un “click”, de esos que obligan a desprenderse de aquello que los ata a un lugar: el trabajo y, lo más doloroso, los afectos. Pero en este chimbero había una convicción que disputaba una pelea interna con los miedos. A la postre, ya sabemos quién la ganó. Claro que encarar un viaje de este tipo tenía sus riesgos, pero se hizo camino al andar.

José en 'El Gran Cañón', en Arizona, EEUU.

Empezó con viajes cortos para hacerse de confianza. Y una cosa llevó a la otra. Las distancias fueron un poco más largas. Prueba superada y momento de lanzarse a la gran aventura que tenía principio, San Juan, pero no final. 

Cuando arrancó el 2019 y tras dos años sin ver a su familia, José regresó al país -estuvo en San Juan pero no paró de viajar por el país-. Pero este miércoles ya inició el camino de vuelta para seguir con su aventura

“Tenía una vida prácticamente normal, trabajaba, era comerciante. Me dedicaba a levantarme todo los días pensando en hacer un poco más de dinero que el día anterior”, contó éste José, sobre aquel José que se quedó en su casa en Chimbas un 22 de enero del 2017, momento en que partió en su moto con una mochila que apenas tenía 600 dólares, un poco de ropa, una “cocinita”, una carpa y un puñado de herramientas por si la “máquina” fallaba.

Nicaragua, uno de los 14 países que ya recorrió.

“Empecé a viajar en una moto pequeña y descubrí que esto  es lo que a mí me gusta; empecé a valorar esa libertad. Y un día decidí dejar todo, decidí abandonar la zona de confort, que fue el paso más difícil. Fue todo un poco a poco, no tenía idea hasta dónde podía llegar”, relató en un tono que, por el paso por distintos países, tiene matices de “neutro”. 

José sube todas las alternativas de su viaje a Facebook e Instagram. Aquellos curiosos lo pueden buscar en estas redes sociales como José x América

El camino empezó conociendo el país, por el Sur argentino, cruzó a Chile y acabó su periplo patagónico en Ushuaia. Y empezó a subir, tanto que llegó a Estados Unidos tras pasar por Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala y México.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

#bienvenido #guatemala

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A medida que avanzó fue superando los miedos y dándose “maña” para seguir firme arriba de su fiel amor, la Yamaha XTZ 250cc, de la cual habla como si fuera parte de su familia. Y, en la práctica, para él lo es: “Es mi fiel compañera, me respondió siempre”. Lo dijo con algo de nostalgia porque por estos días está en Los Ángeles (EEUU), donde la dejó para volver a sus pagos y alimentarse del amor de los suyos. 

En el camino se topó con viajeros que le tendieron una mano, ya sea para seguir avanzando o para tener compañía, compartir experiencias e hilar una amistad que perdura, según cuenta.

El sueño de José, que lo comparte en las redes sociales, encuentra nuevos desafíos. “Ahora vuelvo a Estados Unidos, paso a Canadá y llegar a Alaska”. ¿Y de ahí en más? “Ahora mi sueño es dar la vuelta al mundo, pero no me quiero adelantar”.

El haber recorrido tantos kilómetros en estos dos años le sirvió para sumar vivencias, algunas muy curiosas y otras menos gratas. Entre las que no olvida por nada, fue cuando surfeó en el mar, o cuando nadó entre tortugas. Ni hablar de la visita exprés por el Salar de Uyuni, un paraiso que se encuentra en Bolivia.

Segimos hacia el #norte #josexamerica #ruta #mexico #tropicodecancer

Publicado por José x América en  Lunes, 9 de julio de 2018


Y otras casi que de ensueño: “Una noche viajando por Panamá salieron a mi paso miles de luciérnagas. Fue como ir manejando entre las estrellas; fue increíble”, recordó. Y hubo de las otras, de esas que no se olvidan porque fueron complicadas de sortear. "En un paso fronterizo me acerco a preguntar dónde podía cambiar dinero y la gente me empieza a preguntar, me palpa creyendo cualquier cosa y como me parecía abusivo empecé a filmar con mi teléfono y se volvieron locos y terminé un par de horas en el calabozo", contó José.


Pero, así y todo, antes que cada paisaje paradisiáco rescata el don de gente con la que se cruzó en cada lugar. “Me maravilló que siempre me tiendan una mano, que te conozcan poco y se entreguen, eso es hermoso y ayuda a seguir”. A seguir viaje, José.

Filmación y edición: Marcos Carrioz