"O capilla o unión vecinal", pidió Don Tello. Bajo esas condiciones fue que el hombre donaba un terreno en Villa Palacios, Caucete. Y aunque la vecinal casi que se imponía en un lugar que nació como un asentamiento en terrenos de Vialidad Nacional, los vecinos no lo dudaron. "Capilla", coincidieron todos. Así, en un vecindario caucetero que discurre por la ruta 270, ya cerca del departamento 25 de Mayo, nació el templo en honor al Inmaculado Corazón de María.
La capilla es tan humilde como sus vecinos. Se eleva entre casas de madera y adobe, con divisiones de alambre. Tiene un rejunte de blocks y ladrillos cerámicos, chicoteados con cemento para emparejar, y sus muebles son de MDF, incluso el púlpito. La religiosidad de los vecinos de Villa Palacios siempre fue una marca distintiva. Recibían con los brazos abiertos a los cursillistas de la parroquia de Cristo Rey y las mujeres rezaban bajo un paraíso, ya hace más de 20 años.
En ese estaban cuando se enteraron que monseñor Di Stéfano iba a visitar Caucete. Hicieron las gestiones para invitarlo a rezar y decidieron salieron a buscar una imagen prestada de alguna Virgen. Pero entonces, movilizada por el amor propia, una maestra de la zona, Julia Oviedo, sacó de su bolsillo y compró una pequeña figura del Inmaculado Corazón de María, con la que había soñado unos días antes. Y así recibieron al arzobispo.
Ese fue el puntapié para iniciar la construcción de un oratorio, que arrancó con una gruta y que empezó a tomar forma cuando Tello donó el terreno. Las mujeres hicieron beneficios para juntar fondos, salieron a buscar piedras en bolsas y carretillas para usar en los cimientos y las autoridades cauceteras colaboraron con materiales de construcción, pero igual no alcanzaba para terminar la obra. Entonces, el grupo "Amigos del Padre Mariano Yanelli" se acercó y con su ayuda, Villa Palacios finalmente pudo terminar la capilla.
Junto al desagüe y tras avanzar por un puente, el templo fue inaugurado el 15 de agosto de 2000. Así, los vecinos dejaron de enviar a sus hijos a catequesis al centro caucetero, se aseguraron las misas en el barrio sin tener que decidir si iban a Cristo Rey o directamente a 25 de Mayo y, fundamentalmente, crecieron como vecinos, por lo que nadie nunca dudó que la capilla fue la mejor decisión.

