Pese a los esfuerzos realizados por diferentes sectores, el consumo de vino per cápita a nivel interno, que oscila entre los 28 y 29 litros por año), no logra repuntar. Esta situación preocupa porque la cerveza, los jugos de frutas, las aguas saborizadas o sin saborizar siguen ganando espacio en la venta de bebidas.
“A nivel global tenemos una crisis de superproducción de vinos y mostos a nivel mundial, vamos hacia un mercado saturado y eso incide en la situación de la vitivinicultura local. Pero más allá de eso, a nivel interno se debería fiscalizar a todas las bebidas que circulan como se hace con el vino. Todas las bebidas sin fiscalizar aumentan sus ventas por lo que no se le puede echar la culpa a la situación económica o limitaciones del bolsillo de los trabajadores. De continuar las cosas como están vamos a asistir a la caída de esta industria”, señaló Carlos García Pareja, empresario del sector vitivinícola.
Angel Leota, titular de la Cámara Vitivinícola de San Juan indica que “todos han hecho esfuerzos para incorporar tecnología incluso la de los vinos básicos, todos han mejorado la calidad, pero hoy en día estamos en una encrucijada grave debido a la presión tributaria y la presión laboral. Si a eso se le sumamos que los costos internos se han ido para arriba en dólares estamos perdiendo competitividad. Aún así seguimos buscando nuevos mercados para ubicar los vinos, pero pedimos que se eliminen impuestos que nos ponen escollos en el camino como las retenciones o el impuesto al cheque. Se ha hecho mucho inversión y no hay forma de recuperarse. Necesitamos que nos dejan ser competitivos”.
La situación es disímil en este sector ya que el crecimiento de las exportaciones de vinos de Argentina han crecido en los últimos diez años y se mantienen con algunos vaivenes en los últimos cinco teniendo en cuenta que en 2006 se exportaron 368 mil hl y el año pasado fueron 317 mil hl a nivel provincial, según datos del INV.
