San Juan, 16 de enero.- Un lugar que fue copado por grandes y jóvenes durante muchos años. Para hacer asados, pasar una tarde de domingo en familia, juntarse con amigos o simplemente darse un chapuzón en las tranquilas aguas del Dique de Ullum. Eso era el Embarcadero. Hoy por hoy totalmente desolado y seco.
Antes de llegar a la entrada del ex balneario, se puede observar a un costado a la confitería, que alguna vez abasteció a todos los visitantes, en plena decadencia. Paredes y frentes caídos, descuido total, basura por todos sus alrededores. Esa es la imagen que muestra la fachada del negocio que funcionaba a pleno en temporada alta.
A medida que continúa el recorrido, la soledad comienza a ser la protagonista. Las rampas que bajaban a la orilla del agua y que antes se veían colapsadas de vehículos estacionados y de gente caminando, hoy son sólo víctimas del fuerte sol y testigos de la sequía.
Años atrás el sonido festivo de los autos se mezclaba y creaba un ambiente agradable. En la actualidad, eso no ocurre. La entrada está prohibida para el público y sólo se escuchan cuatriciclos y motos que deambulan por el lugar.
El agua recién está a unos 2 km de la entrada. Hay que caminar un largo rato para llegar hasta lo poco que dejó la sequía, sorteando una triste superficie resquebrajada.
Al arribar a la orilla del agua, la situación termina de ser angustiante, porque a la baja cota hay que sumarle el estancamiento y basura que hay acumulada, dándole un color verdoso a las aguas que, durante mucho tiempo refrescaron a sanjuaninos y turistas.