Los graves disturbios sociales desatados en Argelia y Túnez por las fuertes alzas de los precios de los alimentos constituyen un aviso de lo que podría ocurrir en otros países emergentes si continúa el incremento en los valores de las materias primas.

El derrocamiento del gobierno del presidente tunecino Zine el Abidine Ben Ali, quien dimitió y huyó del país el viernes pasado debido a las protestas por el precio de los alimentos, es una clara muestra de lo que podría ocurrir en otras naciones pobres.

La rebelión iniciada a finales de 2010 en los dos países del Norte de África tuvo como detonante el alza de los precios de artículos de primera necesidad, lo cual se sumó al alto desempleo existente entre los jóvenes y los problemas de acceso a la vivienda.

Esta semana, organismos de derechos humanos de Túnez y de Europa informaron que los muertos ascienden a 70. Argelia, país limítrofe al que se extendió la rebelión tunecina, conoce problemas similares, en momentos en que los precios de los cereales y granos alcanzan sus máximos valores históricos en el mercado mundial.

El jueves pasado, una información del Gobierno de EEUU elevó los temores de que se repitan ahora los disturbios y saqueos que afectaron a varios países asiáticos y africanos en 2008. Esa información indica que las reservas estadounidenses de los principales cereales se han corregido a la baja, en un contexto de fuerte demanda, en particular de aceites vegetales por parte de China, lo que ha presionado al alza el costo de esos productos.

Hasta el momento, los únicos países en los que se han registrado movimientos de protesta por la suba de los alimentos han sido Argelia, Túnez y Mozambique, mientras que en 2008 hubo saqueos en Egipto, Camerún, Haití, y otros movimientos menores en diferentes naciones africanas y asiáticas. El anuncio de Washington hizo que el precio del maíz y de la soja alcanzara el jueves su máxima cotización en los últimos 30 meses.